La Mochila

¿Qué y Cómo?  Una introducción básica.

Dos preguntas que surgen a la hora de iniciarse como Mochiler@ son ¿qué mochila me compro? y acto seguido ¿cómo la lleno?  El mercado ofrece una amplia variedad de formas y colores de mochilas, las hay para todos los gustos y para todas las funciones, en contraposición a esto, la respuesta a la segunda pregunta es más acotada y te diría que casi universal: llevar sólo lo estrictamente necesario.

A la hora de realizar la compra del equipamiento para salir como Mochiler@, la mochila es para mi lo más importante, el elemento que hay que observar con más atención.  Principalmente porque la mochila es una estructura con peso que va prácticamente adherida a nuestra espalda: es nuestra espalda quien debe cargar y repartir el peso de todo nuestro equipaje, con lo cual, la característica más importante para mí es que tenga forma anatómica.

Como primera observación, la mochila tiene que tener varillas para mantener su la forma pero a la vez tiene que ser lo suficientemente flexible como para adaptarse a las curvaturas de nuestra espalda.  Nuestra columna vertebral no es recta sino que se compone de una sucesión de curvas a la cuales la mochila se debe poder amoldar.  Para poder adosarse al cuerpo, la mochila debe contar con un trío básico de correas con trabas: (1) horizontal a la cadera (2) horizontal sobre el esternón (3) vertical sobre los hombros.


Estas cuerdas permiten un mejor manejo, control y reparto del peso ya que la carga principal puede colocarse en el pecho o en la cadera, es decir, más alto o más bajo, ajustando alternativamente una u otra cuerda, teniendo así la posibilidad de variar el punto de aplicación del centro de gravedad de este nuevo cuerpo formado por tu cuerpo + tu mochila.  Obviamente, el ajuste adecuado es el que centra el peso en un punto intermedio entre ambos extremos.

La tercera de estas cuerdas, la llamada correa del hombro, lo que hace es dar el ajuste final de la mochila a la parte alta de nuestra columna vertebral, es la cuerda que trae definitivamente la estructura mochila sobre tu cuerpo.  A pesar del peso que carguemos, la mochila debe sentirse cómoda y eso se logra sólo con un buen ajuste corporal.  Si la mochila va suelta o despegada de nuestro cuerpo, es probable que nos tire hacia atrás y tengamos que compensar ese peso inclinándonos hacia delante, con la consecuencia de los dolores propios de los esfuerzos mal realizados.

Además de la mochila principal, yo suelo llevar en mis viajes una mochila de mano más pequeña que utilizo para los desplazamientos diarios y cortos y una riñonera que me permite el acceso rápido al cambio y las monedas.  Si embargo, durante los tramos largos, hay que aprender a desplazarse con la mochila principal en la espalda y la mochila secundaria calzada en la parte frontal del cuerpo.  Para lograr esto, conviene practicar antes de la partida, con dos mochilas pequeñas y con poca carga, una al frente y la otra atrás.  Lo principal en este ejercicio es aprender a caminar mirando el suelo un poco más allá del que lo que uno acostumbra ya que la mochila delantera obstaculiza la visión inmediata del espacio que pisamos.

Pero de todas las actividades relacionadas con un Mochiler@, aprender a armar la mochila es la tarea más importante y más difícil de todas.  Me ha tocado en dos ocasiones ver a mis propias amigas iniciarse como mochileras y cargar en sus mochilas cosas absolutamente pesadas e innecesarias.

Armar la mochila no es una tarea de un momento sino que lleva todo un trabajo previo de clasificación del equipaje y un trabajo de minimización de pesos.  Armar una mochila no es como armar una valija: no se trata de abrir el equipaje y guardar todo lo que uno desea llevar.  Para armar una mochila hay que tener constantemente en mente que lo que estamos haciendo cargar peso sobre nuestras espaldas, por lo tanto, no se trata de llevar todo lo que nos gustaría llevar sino llevar lo menos posible, lo indispensable, en su justa medida y en su versión tamaño pocket.  A la hora de armar una mochila hay que tener la mente fría frente a pensamientos tales como “llevo esto por las dudas”… “por si salimos una noche”…

Armar una mochila lleva un trabajo previo, anterior a su armado sensu stricto, relacionado con la selección de los envases de lo que vamos a trasladar.  (1) La recolección de envases pequeños: es importante saber identificar y guardar aquellos envases de tamaño pequeño que pueden ser reutilizados para trasladar contenidos no alimenticios que vienen originalmente en envases grandes: shampoo, crema de enjuague, talco etc.  (2) La recolección de todos aquellos alimentos que vienen en sachet o en sobres: mayonesa, aceite, sal, azúcar etc, prestando siempre atención a su fecha de vencimiento.  En este punto son de especial utilidad las muestras gratis que se reparten en la vía pública, supermercados y revistas ya que sus contenidos equivalen a una porción o a un único uso luego de lo cual, se descartan. (3) El abandono de todos aquellos contenedores que son estrictamente innecesarios: cajita para el cepillo de dientes, maquillaje, estuche para lentes de sol etc.  (4) El uso de bolsas con cierre hermético para el traslado de alimentos no perecederos para evitar el uso de frascos: galletas, cacao, arroz, leche en polvo etc.



Una vez que tenemos esta minimización de objetos, llega el momento de colocarlos dentro de la mochila y aquí también es necesario seguir cierto orden básico: en los trayectos largos, la campera principal y el calzado de trekking, siendo los elementos más pesados, es aconsejable llevarlos puestos para minimizar la carga en la espalda. 

Dentro de la mochila, es sumamente aconsejable utilizar bolsas gruesas impermeables para guardar la ropa y la bolsa de dormir en pequeños paquetes.  Incluso puede mojársenos toda la ropa pero el elemento que más celosamente debemos cuidar, el elemento que debemos mantener seco por excelencia es la bolsa de dormir porque es nuestra protección térmica contra el frío: si la bolsa de dormir se nos moja, estamos en serios problemas.  Por eso es importante utilizar bolsas grandes, gruesas y resistentes.  Durante el trayecto del viaje seguramente vas a pasar por varios tipos de trasporte y tu equipaje va a terminar junto a otros a mayor o menor presión, a mayor o menor temperatura, expuesto a goteras de agua, a pérdidas de aceite etc. por eso es tan importante que protejas su contenido.

Particularmente tengo que costumbre de llevar mi bolsa de dormir en todos mis viajes, incluso en aquellos en los que sé que no voy a hacer carpa.  El motivo es muy sencillo: la bolsa de dormir no es un elemento estrictamente asociado al campamento sino que te brinda protección térmica en cualquier tramo del viaje.  Hay momentos coyunturales que uno no tiene en sus planes pero que sin embargo suceden y es en esos momentos que no imaginás cuando más la vas a necesitar: por ejemplo, una gran nevada en un hostel, por más que estés durmiendo en una cama, con una sensación térmica de -10ºC podés recurrir a tu bolsa de dormir, utilizarla sobre el colchón y cubrirte con las frazadas, otro ejemplo sería que te toque pasar una noche en una estación de trenes o de micros, al verte varado en su espera tranquilamente podrías recostarte con tu bolsa de dormir en un banco.


La bolsa de dormir debe ir junto con el calzado siempre en la parte baja de la mochila porque son los elementos más pesados y sobre ellos el resto de la ropa.  Las mochilas cuentan con una serie de bolsillos exteriores que son de suma utilidad para poder recurrir rápidamente a los elementos de primera necesidad sin tener que estar desajustando las trabas principales y evitando el desarme total del equipaje.  Al igual que sucede con el cuerpo principal de la mochila, los bolsillos bajos deberían contener los elementos más pesados.  Yo suelo utilizar las siguientes categorías de elementos por cada bolsillo:

  1. ALIMENTOS BASICOS snacks (chocolates, caramelos, barras de cereales), sopas instantáneas, azúcar, café instantáneo, leche en polvo.  Estando a mano en un bolsillo me permiten salir del apuro y acceder a un desayuno básico o a una sopa caliente sin importar dónde me encuentre
  2. PERFUMERIA desodorante, talco, jabón, shampoo, cremas.
  3. ACCESORIOS guantes, polainas, gorros, medias, bufanda, gafas de sol, pañuelos, visera.  A medida que nos trasladamos nos vemos en la necesidad de recurrir a distintos accesorios que nos protegen contra el sol o contra el frío, y por ello la importancia de que se encuentren siempre a mano.

La mochila de mano debería contar siempre con un kit de elementos básicos como: repelente de insectos, una linterna pequeña y una botella de agua potable.

En mis viajes he visto a más de un mochiler@ abandonando la parte inútil de sus pertenencias por el camino para deshacerse del peso extra que significaban, así mismo, en Patagonia, he visto a los europeos intercambiar ropa entre sí: los que viajaban rumbo norte canjeaban sus prendas de invierno por la ropa de verano de quienes viajaban con rumbo sur, una buena práctica para alivianar el equipaje.-