El río sigue crecido pero sin la bravura del día de ayer y el paisaje en general se torna más amigable al estar encuadrado por un diáfano cielo celeste brillante iluminado por un radiante sol que escurre las últimas gotas de agua que quedan en las laderas, las incorpora al cauce del río y las transporta río abajo quién sabe hasta dónde, con rumbo norte. Estoy segura que el sol y el río tienen una sociedad secreta entre sí de la que la lluvia no participa: el sol le ayuda a recolectar pacientemente las gotas de agua que la lluvia desparramó como quien junta las perlas de un collar y las devuelve al río quien las traslada lejos del alcance de la lluvia, para guardarlas tal vez en un arcón.
El cruce matutino fue caudaloso pero sin mayores complicaciones, sin embargo, lo mejor fue a la vuelta cuando nos encontramos con la sorpresa que uno de los vaqueanos de la zona nos estaba esperando en la otra orilla montado sobre un hermoso caballo marrón de gran porte y mirada erguida.
Cuando nos vió acercarnos a la orilla para iniciar el cruce hacia él, el vaqueano cruzó el río hacia nosotros y condujo su caballo de forma tal de quedar de espaldas a nosotros pero justo delante nuestro. Así el caballo avanzaba señalándonos el mejor camino mientras nosotros podíamos estimar la profunidad del agua según cuánto se sumergían las patas de ese bellísimo animal. Por suerte el agua no sobrepasaba su primera articulación y luego de cada tramo que cruzaba, giraba para ponerse de frente a nosotros y aguardar nuestro turno de cruzar por el camino que él nos había gentilmente marcado. Realmente fue un placer cruzar junto a este hermoso animal que se desplazaba seguro en el agua con suma serenidad.
Santa María, Catamarca - viernes, 16 de marzo de 2012
Esto ya es un vicio y cualquier excusa es válida para tomar una chocolatada, versión caliente, versión fría. El miércoles la chica que cayó al agua, invitó a todos con una chocolatada caliente como prenda por haberse mojado, hoy otra chica que salió invicta del río, invitó a todos con una chocolatada fría por no haberse mojado!!!
San Miguel de Tucumán, Tucumán - sábado, 17 de marzo de 2012
Una breve visita por esta ciudad que yo había ya visitado en otras oportunidades, me dejó un tanto desilusionada. La ciudad tiene dos peatonales principales, paralelas, separadas por la plaza principal: (1) negocios gigantescos repletos de piso a techo de artículos de marca, ropa, electrodomésticos, evidentemente dirigidos al consumo local (2) ferias artesanales y negocios de artículos regionales, en medio de los cuales se encuentra la histórica Casa de Tucumán, evidentemente dirigidos al turista que transita casi obligatoriamente por esa zona, pero en esta última peatonal, extrañamente, los negocios estaban en su mayoría cerrados.
En los jardines de la Casa de Tucumán |
Micro, partiendo de Tucumán - domingo, 18 de marzo de 2012
Poleo, en el micro, mientras escribo el Diario de Viajes |
El otro recuerdo imborrable es haber experimentado vivir dos semanas sin televisión, sin internet y sin señal de celular... UNA MARAVILLA!!! Particularmente, es tan débil la señal de esta última que la mayoría del tiempo los celulares se encuentran directamente "fuera de servicio". Pero para poder enviar y recibir mensajes, los vecinos de la zona encontraron un buen método: coloraron tres clavos a modo de "base portacelular" sobre la parte alta de un poste donde dejan enganchados sus celulares, con los mensajes listos en la bandeja de salida, así cuando el viento trae la señal, los celulares están listos para lanzar sus mensajes al viento. El viento, a modo de "cartero", no sólo se lleva las noticias del pueblo sino que trae novedades de otros pueblos, a las que por suerte aprendió también a depositar en los celulares que las aguardan pacientes, cotejados de oxidados clavos, a modo de antenas satelitales que esperan descifrar una tenue señal extraterrestre, coronando el viejo poste de madera, cual metáfora electrónica de los viejos buzones de correo. Más que nunca, son palabras al viento.-