lunes, 21 de enero de 2002

EGIPTO - CAP 7/13: En las entrañas del Antiguo Egipto

Luxor, Egipto – lunes 21 de enero de 2002

Al ser zona militar, al llegar a la Pirámide de Dashur, nos sugirieron no apartarnos del camino principal porque era terreno minado.

Cruzando el Nilo viajando en ferry en Luxor
Y es así, donde hay un turista, hay un policía: en el vagón del tren durmiendo con nosotros, si nos ven movilizarnos con los bolsos nos detectan y se acercan, cada mañana en el hotel nos preguntan nuestro itinerario, cuando discutimos los precios con un vendedor o con un taxista se acercan a ver si hay algún problema, en cada punto turístico que nos detenemos nos reciben y vigilan, en las zonas más jodidas nos revisan por triplicado y nos limitan las fotos y las filmaciones, nos revisan el bolso y nos preguntan de manera chistosa llevamos “gun o bomb” (a uno de ellos que me pareció bastante simpático le hice una escenita: con la mano en la frente le dije “Oh! no, I forgotten my bomb”) y a los próximos ya les aclaro que no llevo “ni gun ni bomb”.

Estación de ferry en Luxor

Otro peligro: yo comandando el ferry
El tema es que los fundamentalistas intentan agredir al turista tomándolo como símbolo de agresión a la sociedad norteamericana.  Sin embargo saben que al país no el conviene y es por eso que ofrencen semejante protección (y debo contarles que NO HAY turistas, sólo un par de “ponjas” que van a los sitios arqueológicos con traje, tacos y ropa de noche, así entran a las tumbas y caminan por el desierto, eso sí, tienen unas cámaras fotográficas digitales del tamaño de un puño.  Cuando los vemos aparecer –avanzan como un enjambre- si estás por sacar la foto de un paisaje seguro se te cruza un ponja, querés entrar a una capilla y está llena de ponjas, no podés sacar fotos hasta que ellos se vayan y despejen la zona, así que cuando los vemos llegar tenemos una clave para salir rajando “pongan el filtro” -para ponjas-)


Para no perder la costumbre de la comida rápida occidental, el domingo fuimos a Mc Donalds en Luxor y la entrada estaba custodiada por tres militares con ametralladora, eso sí, en el interior era como estar en otro mundo, lo que se dice en química un “sistema cerrado” (que no tiene intercambio de materia con el medio): limpio, buena atención, música occidental, fresco… cosas que en estas tierras triplican su valor.  
 
Viajando en trafic
¡¡¡Nos fuimos por la tangente!!!  Jajaja!!!  Retomando: entre las tumbas del complejo de Saqqara visitamos la Pirámide de Teti (por donde parece haber pasado una aplanadora ya que sólo es un montículo).  El ingreso a la cámara subterránea es a través de un túnel descendente por el cual debimos bajar de espaldas y agachados “¡allá vamos!” (con una cancha bárbara) luego del cual se atraviesa un túnel horizontal (de 1x1 metros) que desemboca en una cámara cuyas paredes contienen textos rituales y fórmulas mágicas: “Los Textos de las Pirámides”. 

Otro pasadizo comunica con la cámara mortuoria, de techo a dos aguas estrellado, y al fondo de la misma yace un gigantesco sarcófago.  Mientras nos encontrábamos en esta última, hubo un corte de luz (algo muy común en estas tierras) y como es de imaginar quedamos en una oscuridad totalmente penetrante, debajo de la tierra, dentro de una tumba y con varios obstáculos de por medio.  La negrura era total, era como una cortina que no te permitía ver ni siquiera siluetas, nada.  Estiré los brazos hacia los costados pero no dí con nada.  Uno de los chicos propuso sentarnos en el lugar.  Para no llevar sobrepeso y para poder movernos con mayor facilidad, habíamos dejado las mochilas con las linternas en la superficie.

Uno de los chicos hizo una hoguera de fósforos pero con el poco oxígeno que había en la cámara, la luz sólo alcanzó para iluminar la salida y se ahogó: un cuadrado negro sobre la roca roja.  Lamento contar esto pero no había personal para auxiliarnos con lo cual, los fósforos (con caja y todo) se consumieron justo a tiempo como para dejar la cámara funeraria, pasar a la anterior y quedar nuevamente en la oscuridad total.

Todos gritábamos y hablábamos a la vez.  En el momento en que se prendió la luz de los fósforos yo había divisado la posición de uno de los cuidadores del complejo y para cuando se apagó había logrado acercarme lo suficiente.  Me salió del alma calmar a mis compañeros en voz alta, indicándoles que aquello tenía salida, que sólo era cuestión de tantear las paredes hasta dar con el pasadizo.  También les dije que se tomaran de las manos y extendí mi mano derecha hacia el vacío hasta dar con alguien y mi mano izquierda hacia el cuidador que tanteó la pared hasta dar con el pasadizo.

No sólo debíamos caminar agachados sino que al ir a ciegas, debíamos tantear las salientes de roca e ir avisando de ellas a nuestro compañero inmediato posterior, por lo que el tramo se hacía lento, tirándonos de las manos unos a otros.  Una vez que dimos con el pasadizo ascendente, ya con reflejos de luz provenientes de su abertura en la superficie, corrimos hacia el exterior.

Que bueno que ese día se cortó la luz, o que nos desenchufaron graciosamente el cable, porque de otra forma no habríamos vivido esta experiencia de película, aunque nunca sabremos si el corte fue real o fue parte de la escenografía.-


¿Querés seguir leyendo esta historia?

Para pasar al capítulo siguiente hacé un click acá.