sábado, 10 de octubre de 1998

ARGENTINA - Patagonia Romántica

Puerto Madryn, Argentina – sábado 10 de octubre de 1998

Puerto Madryn
Llegué a Puerto Madryn en avión a las 9 am, en un viaje de fin de semana largo de cuatro días, en medio de una crisis hotelera infernal.  Sin saberlo me había lanzado a viajar justo cuando había en la ciudad un evento que tenía la capacidad hotelera colmada.  Cansada de escuchar “no hay lugar”, me acerqué como último recurso a la Oficina de Turismo, desalentada, pero con la esperanza y el deseo de pasar la noche en un sitio más cómodo que la plaza.  Era tanta la desilusión que llegué a pensar en volver a Buenos Aires, pero por suerte no fue así.

En la Oficina de Turismo se había congregado un montón de gente en mi misma situación, pero en una respuesta inmediata, habían puesto en marcha un plan de contingencia: utilizando la radio de la ciudad, el locutor Juan Alberto Badía convocaba a la población a ofrecer alojamiento para los turistas varados.  Era una muy buena iniciativa, por lo menos para poder pasar esa primera noche, siendo que la única alternativa que me quedaba era trasladarme hacia otra ciudad, pero otros también lo habían pensado y los alrededores también desbordaban.

En la Oficina, la gente se acercaba a los escritorios donde las chicas distribuían a los turistas hacia distintos puntos de la ciudad.  En mi caso, me consiguieron una habitación en una casa de familia para compartir con una italiana.  A mi lado, un muchacho había conseguido compartir una habitación de hotel con otro muchacho a quien no conocía.  Nos miramos y comprendimos que la mejor opción era mixta.  Él no lo dudó y en un gesto entre irónico y cómico, le agradeció a la chica que a mi me ubicara a mi con una mujer y a él con un hombre, con lo cual, la chica comprendió el doble mensaje y nos sugirió que nos fuéramos juntos.


En ese momento, de la tensión pasamos a la relajación de las bromas, a decir que íbamos a terminar durmiendo en “la cucha del Boby” e incluso le insinuamos que si no nos conseguía alojamiento, nos íbamos directo a la casa de ella.  Pero la chica, en una muy efectiva gestión, nos consiguió una casa de dos pisos en las afueras de la ciudad, casa que pertenecía a los hijos de una familia que en ese momento, estaban estudiando en Buenos Aires.

La chica que nos atendía, super compinche con ambos, cuando él no la vió, se puso en complicidad conmigo y me dijo que le parecía que incluso el flaco tenía camioneta… y sí, efectivamente, cuando salimos de la oficina, me encontré viajando en una hermosa camioneta color bordó. 

Él era un hombre de andar solitario, un alma al viento de Comodoro Rivadavia que tenía la bravura salvaje de las aguas del Sur.  Viajaba a menudo por la Patagonia por cuestiones de trabajo.  Su mirada verde esmeralda era tan transparente que sentí que podía confiar plenamente en él ante esta situación.  Una vez en la casa, yo me quedé con la planta baja, donde estaba la cocina y una cama, y él se quedó con la planta alta, donde había una habitación con televisión.  Por la noche yo escuchaba la tele desde planta baja pero me perdía las imágenes así que esa fue una buena excusa de ambas partes para terminar compartiendo también las frazadas en una noche fría aún con calefacción.

Puerto Madryn, Argentina – domingo 11 de octubre de 1998

Salimos a la ruta con rumbo norte escuchando una música muy especial que iba a quedar para siempre en mi memoria asociada al recuerdo de ese momento: “I´ve been loving you too long” y “A change is gonna come” por Otis Redding… la camioneta, la ruta, la Patagonia, un hombre y un cantante de blues.          

Por la ruta provincial Nº1, en uno de los primeros desvíos sobre la mano derecha, por camino de tierra, se llega al Doradillo.  El lugar es un paraíso secreto porque es un acantilado lo suficientemente internado en el océano como para que las ballenas naden en aguas profundas aún en la orilla.  Lo más conmovedor de mi vida lo viví esa tarde, en una playa solitaria en la Patagonia, escuchando el canto de las ballenas.  Sólo eso.  La inmensidad de la Patagonia.  El viento.  La arena.  El agua.  Y las ballenas en su habitad natural, ajenas a nuestra presencia, cantando en libertad.

El Doradillo
Para cuando nos dimos cuenta, una de las ruedas de la camioneta estaba enterrada en la arena, pero en cuanto intentamos sacarla, se enterró aún más.  En ese momento, ya nada importaba… 
 





Puerto Pirámides


Puerto Madryn, Argentina – lunes 12 de octubre de 1998

No puedo irme sin antes realizar una breve visita a Puerto Pirámides como quién se acerca a contemplar el origen de mismo del Universo: millones de años de evolución, millones de años de vida fosilizada se compactan en extraordinarias y caprichosas formas geométricas.


















Puerto Madryn, Argentina – martes 13 de octubre de 1998

Fui a caminar por la playa.  Había sol y el mar estaba retirado.  Vi aves marinas revoloteando los bancos de algas, vi cangrejos, almejas, mejillones, barcos y cuatro lobos marinos en pleno puerto.  El agua estaba cálida y transparente.  En el muelle los pescadores limpiaban sus redes.  El frío, sin darme cuenta, me congeló las orejas y las manos, sin embargo, sólo se hace sentir como una leve brisa.  El sol apenas asoma y calienta vagamente.  Hay un hermoso olor a mar, sal y algas.  La arena se arremolina perezosamente.-

Satelital de El Doradillo