sábado, 19 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 8/8: Parque Nacional Lauca

Parque Nacional Lauca, Chile - sábado, 19 de noviembre de 2011

Si este capítulo tendría un subtítulo, sin dudas sería: "haz lo que yo digo, no lo que yo hago".

Uno de los lugares que tenía planeado visitar en mi paso por Arica, era el Parque Nacional Lauca, al oeste de esta región, casi sobre el borde limítrofe con Bolivia.  En las fotos que uno puede ver en internet se aprecia el Lago Chungara, que rodeado de volcanes con picos nevados, se espeja en el altiplano a los pies del cielo.  Un lugar sumamente importante entre los pobladores prehispánicos, una ruta caravanera, un paisaje sagrado, todo eso conformaba la promesa que uno esperaba descubrir al internarse en esta región.  Sin embargo, las cosas no sucedieron tal como esperaba.  En cuanto excursión, fue la peor experiencia de mi vida.

Habíamos averiguado si existía la posibilidad de hacer el trayecto desde Arica hasta el Parque Lauca en taxi pero nos dijeron que no, que no era recomendable hacerlo en taxi porque era necesario contar con un tubo de oxígeno y personal idóneo ya que el lugar era muy alto y uno se podía descomponer con facilidad, así que nos recomendaron directamente contratar una excursión donde supuestamente estas cosas estaban previstas y así lo hicimos.

Eramos nueve personas las que salimos en grupo compartiendo la misma trafic en la misma excursión, el sábado por la mañana temprano.  En principio la ruta es tranquila y asfaltada.  El camino va en continuo ascenso y uno empieza a sentir lentamente los efectos de la altura.  En lo personal, habiendo hecho trekking de montaña en varias ocasiones, creí que esto hacía de credencial y me habilitaba a hacer este tipo de recorrido sin adaptación previa.  Más tarde descubriría que me equivoqué.

Siempre lo digo y está escrito en mi Diario de Viajes, cuando uno tiene que hacer esfuerzos en altitudes diferentes a las que uno habita normalmente, es necesario hacer una adaptación previa de varios días en zonas intermedias.  A mayor altitud, el cuerpo debe arreglárselas para funcionar con menor cantidad de oxígeno.  Con una adaptación previa, esto se compensa con una adaptación ontogénica, aumentando la cantidad de glóbulos rojos.  

Pero el Parque Lauca está un promedio de 4500 metros sobre el nivel del mar y nosotros estábamos ascendiendo este desnivel en un sólo día.  El primer indicio de que algo no anda bien es un fuerte dolor de cabeza y la sensación de que el cerebro está por explotar en su dilatación.  A esta altura de los acontecimientos, descubrimos que el chofer y guía de la excursión no había llevado tubo de oxígeno.

Para empeorar las cosas, el camino que se utiliza para llegar hasta el Parque Lauca es la ruta internacional Arica-La Paz, la cual utiliza Bolivia como única conexión con el Océano Pacífico y su puerto.  Así es que el camino está transitado principalmente por camiones que llevan y traen mercadería entre el puerto de Arica y la ciudad de La Paz. 

En algún punto de la ruta, el asfalto se termina y se transforma en camino de ripio, sinuoso, de montaña y de altura.  La falta de oxígenos provoca sueño y náuseas.  Nos entregan una bolsita a cada uno y varios de mis compañeros comienzan a vomitar... yo prefiero conservarme estable sin hacer esfuerzos, elijo conservar mi vida por sobre la excusión y elijo dormir.   


Pero para empeorar aún más las cosas, al movimiento del vehículo convertido en una coctelera gracias a las sacudidas del ripio y de las curvas, hubo que sumarle que en un determinado momento, el tránsito se transformó en una caravana de camiones detenidos.  El guía nos explicó que esto era "normal" y que el estar ahí, en esa situación, esperando avanzar, podría llevarnos tranquilamente dos horas.  


No sé si se entiende lo que estoy diciendo: éramos nueve personas de las cuales cinco estábamos descompuestas y las otras cuatro habían caído en sueño profundo.  Estábamos en una ruta comercial cargada de camiones detenidos, cuyos motores se ahogaban y lanzaban sobre nosotros tóxicas nubes de humo negro.  Estábamos arriba de los 3000 metros sobre el nivel del mar en una coctelera metálica al sol, descompuestos, sin tubo de oxígeno y haciendo una cola, esperando nuestro turno para poder avanzar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Por suerte, en algún momento, comenzó a llover y a caer un pequeño granizo que cubrió no sólo el suelo sino los lomos de las llamas que descansaban al costado de la ruta.  El aire se refrescó y de pronto el frío nos invadió.  Llegamos a la Laguna Chungara, pero llovía, el frío era intenso, dar cada paso significaba un tremendo esfuerzo para el cuerpo, me temblaban las piernas y nuevamente prioricé mi vida por sobre la excursión y me volví al vehículo a dormir para mantenerme en un estado de homeostasis.

Horas más tarde terminamos en el hospital de la ciudad de Putre donde nos suministraron atención médica de urgencia y oxígeno.  En este lugar quisieron cobrarnos $5000 a cada uno por el suministro de oxígeno, deuda que delegamos en el operador turístico.

Habíamos salido desde Arica a las 9am.  Se estimaba estar sólo media hora a orillas del Lago Chungara, lo cual, debido a nuestro estado, fue mucho menos.  Regresamos a la ciudad de Arica a las 21hs.  El resto del tiempo lo pasamos descompuestos en la bendita ruta.  Una excursión es para disfrutar pero esto fue un calvario.

Mi queja entonces es la siguiente:

•    Es una locura y una imprudencia por parte del operador  turístico haber salido a semejante excursión sin un tubo de oxígeno en el vehículo.  
•    Mucho peor que eso es que se permita hacer esta ruta sin controles sobre el traslado en cabina del equipo médico mínimo necesario.  De la misma manera que se controla la posesión de matafuegos para sofocar posibles incendios en un vehículo, debería verificarse en esta ruta el traslado obligatorio de tubos de oxígeno a fin de minimizar las situaciones de riesgo sobre vidas humanas.
•    No debería estar permitido hacer esta excursión en un solo día, menos para quienes suelen vivir a nivel del mar, se necesitan varios días para que el cuerpo pueda adaptarse a la diferencia de altura.
•    Es una locura que se deje a los turistas descompuestos en espera, en medio de una caravana de camiones, deberían implementarse horarios diferenciales que permitan transitar por separado vehículos turísticos y vehículos comerciales.
•    Al margen de todo esto, vale mencionar además el impacto ambiental de los gases de estos vehículos cuyos motores se ahogan también por la falta de oxígeno, liberando humo tóxico y negro, sobre el ecosistema del parque.-



* * * * * *
POST SCRIPTUM: en los días siguientes a esta publicación, personal del Servicio Nacional Turístico de Chile, SERNATUR Arica y Parinacota, se contactó conmigo y me envió la siguiente respuesta:

“Junto con saludarle y atención a su reclamo, agradecemos que nos haya hecho llegar sus comentarios con respecto a la atención entregada por la agencia Globo Tour, que no cuenta con el Sello de Calidad Turística de éste Servicio (NCh3067. Of2007).

En relación a las condiciones de la ruta CH 11.  Efectivamente,  ésta se encuentra en reparación, que forma parte del proyecto de mejoramiento de la carpeta asfáltica, la que se ve afectada por la gran cantidad de vehículos pesados que circulan diariamente por esa zona, lo que provoca un tiempo de espera mucho mas prolongado de lo normal, generando la molestia de quienes deben esperar el turno para seguir avanzando en la ruta.

Nuestra institución, no cuenta con el rol fiscalizador, pero haremos llegar su reclamo a esta empresa para que nos entreguen sus descargos y sugerirle el uso permanente de los implementos de primeros auxilios.”



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jueves, 17 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 7/8: Arica y sus playas


Creo que una de las cosas que más disfruté de esta ciudad fue la posibilidad de moverme de un lado al otro simplemente a pie.

Caminando completamente sola por la costanera en sentido sur a las 8:30 de la mañana, podía disfrutar de un paraíso que era absolutamente mío: el aroma del Océano Pacífico, el sonido de las aves, la pureza del aire, los vaivenes de las olas y los rayos de sol apenas asomando detrás de la Cordillera de la Costa.  No podía más que sentirme privilegiada de vivir con esa intensidad cada amanecer, y a la vez, no podía dejar de sentirme pequeña en medio de esa inmensidad. 

Si bien Arica mira hacia el mar, la costa frontal está tapada por un cementerio de trenes y de barcos: el puerto y las dos estaciones de trenes hacia Tacna (Perú) y hacia La Paz (Bolivia), con lo cual, para poder disfrutar de la playa uno tiene necesariamente que desplazarse hacia los extremos norte y sur de la ciudad.



 

El acceso a pie desde la ciudad hacia las playas del sur es directo ya que se extienden a los pies de la base del morro: Playa El Laucho y un poco más allá Playa La Lisera.


El acceso a pie a la playa norte llamada Playa Chinchorro es un poco complicado pero no imposible, el tema es que la entrada formal a esta playa está en sentido opuesto a como uno la transita, pero vale la pena el esfuerzo de meterse entre caminos desmantelados para poder llegar.



Caminar por la ciudad de Arica me trajo el recuerdo de cuando hace unos 15 años atrás, habiendo pisado por primera vez suelo chileno, transitaba por las calles de Santiago en las cuales había un gendarme en cada esquina, pero si bien hoy esta custodia ciudadana ya no existe, los automovilistas siguen teniendo un profundo respeto por los transeúntes.  Es increíble, pero apenas ven que uno pone un pie en el cordón de la vereda, todos los autos frenan para dejar al peatón cruzar: a la inversa de lo que sucede en Buenos Aires, aquí el peatón tiene prioridad.  Es tan automático el detenimiento total del tránsito cuando tienen un peatón a la vista, que parece parte de un acto mágico en el cual el peatón hipnotiza al conductor.  Un pequeño detalle que hay que tener en cuenta tanto en Chile como en Perú, es que no existe en los edificios el nivel de "planta baja" como sí sucede en Argentina, por lo cual, la planta baja en esos países corresponde sencillamente al primer piso.  


  


No quiero cerrar este capítulo sin dejarles dos recomendaciones para probar: el Pisco chileno y la Albacora a la parrilla, también conocido como pez espada, tiene una carne exquisita.-






 



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( * ) ALOJAMIENTO HOSTAL JARDIN DEL SOL ubicado en pleno centro, atendido con mucha calidez por Doña Sandra, con espacios para compartir y hacer amigos, es un lugar especial si buscás descansar.  Tranquilidad, limpieza y un ambiente muy cuidado son los valores más importantes de este hostal de precios muy accesibles.  http://www.hostaljardindelsol.cl/


 
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miércoles, 16 de noviembre de 2011

CHILE-PERU - CAP 6/8: cruzando la frontera

Tacna, Perú - miércoles, 16 de noviembre de 2011

Eran las 8:30 am y había una mujer solitaria sentada en un banco al sol, debajo de una planta repleta de flores rosadas, llorando en la estación.  Esa mujer era yo.  Estaba por viajar por tercera vez a Perú.

Dos trenes principales parten desde Arica hacia países limítrofes: el tren Arica-La Paz, que con rumbo oeste se dirige hacia Bolivia, si bien momentáneamente se encuentra fuera de servicio debido a que una crecida de los ríos del valle arrasaron con los puentes, y el tren Arica-Tacna, que con rumbo norte se dirige hacia Perú. 

Estación Arica
Una particularidad de este tren es que realiza únicamente el viaje de "ida".  Para regresar desde Tacna hacia Arica en el mismo día, uno debe obligatoriamente tomar otro tipo de transporte.   El horario de partida es a las 9:00am pero es necesario estar media hora antes en la estación ya que al ser un cruce entre dos países limítrofes, hay que hacer los trámites de migraciones correspondientes.  El tren regresa con pasajeros hacia Arica al día siguiente, a las 8am en punto, listo para volver a partir hacia Tacna.

El tendido de estas vías se realizó en 1856, previo a la Guerra del Pacífico, cuando Arica todavía pertenecía al gobierno de Perú y aún hoy en día, el servicio continúa siendo gestionado por dicho país.  


El tren consiste en un único vagón-locomotora que conserva el mobiliario original.  Es llamativo el contraste de escalas entre este tren y la estación desde la cual parte, lo que a uno lo lleva a pensar que tal vez en el pasado el flujo de viajeros debe haber sido mucho mayor al que actualmente utiliza este servicio ya que hoy en día sólo se lo reserva para viajes turísticos: para poder adquirir un ticket uno debe acreditar su condición de turista vía la presentación del pasaporte.

Una vez que abandona la ciudad de Arica, el tren se interna en pleno desierto: sólo pueden verse las vías y la polvareda a su alrededor que el tren levanta a su paso.  El paisaje es muy particular,, porque en medio de la nada misma aparecen esparcidas y distanciadas entre sí, pequeñas construcciones de 1x1 metros cuadrados, similares a taperas pequeñas y grandes estructuras metálicas a dos aguas, similares a las carpas colectivas utilizadas en campamentos militares.  La explicación que nos dieron sobre esto es que son "invasiones" peruanas sobre el desierto por parte de organizaciones que luego venden esos terrenos a personas particulares pero sobre los que no tienen propiedad real.

Estación en Tacna
Después de una hora y media real de viaje y con una diferencia horaria de 2hs a favor, se arriba a la Estación de Tacna, coronada por una bellísima Torre Reloj.  El lugar es muy especial porque cuenta con un museo in situ, el Museo Ferroviario Nacional en el cual pueden observarse: la tornamesa (plataforma circular giratoria empotrada a nivel del piso que sirve para hacer cambiar el sentido de las locomotoras), un taller de  fundición de piezas para fabricar los repuestos (los trenes son de origen británico), un salón histórico con fotos y objetos de época y un museo de bagones originales (primera clase, normal y comedor).



En lo personal, tengo un sentimiento especial hacia los trenes, las estaciones y los viajes que en ellos se realizan, influjo de la pasión de mi padre por la tornería pesada: he pasado gran parte de mi infancia jugando en un taller donde se hacían repuestos para barcos y trenes.  Y estar hoy en estos talleres, donde las máquinas me son conocidas, donde las herramientas quedaron a medio acomodar, donde pequeños muebles de madera cubiertos de viruta, no hace más que transportarme a ese momento de felicidad.


Entre las fotos del museo hay una sumamente llamativa en la que se muestra la Estación de Arica, con el Morro como fondo, cuando la urbanización todavía no había avanzado sobre esa zona.


Toda esta zona, tanto en Arica como en Tacna, adolecen de la falta de bares y cafés, costumbre tan típica argentina para conversar, para relajarse y para recargar energías.  Sin embargo, preguntando, hemos encontrado un sorprendente café cultural emplazado en un edificio colonial perteneciente a la sociedad italiana.  Así fue como pudimos disfrutar un café con leche en un mullido sillón sentadas junto a un ventanal colonial, rodeadas de libros, música y pinturas, mientras que su dueña, con mucha amabilidad, nos hizo de guía turística de la zona, contándonos un poco de la historia del lugar, recomendándonos lugares para visitar y ofreciéndonos mapas y folletos.    

Si bien el Valle de Tacna es más grande y más rico en biomasa y recursos hídricos que el Valle de Arica, acá el agua se ha convertido en un recurso clave y escaso "gracias" a la presencia de ciertas mineras, lo que ha desembocado en una protesta comunal que terminó con el incendio total del edificio de la gobernación local.

Tacna ofrece tanto visitas culturales como un basto mercado de artesanías y productos regionales.  Para cumplir con la primera opción visitamos el Museo Histórico Regional donde puede observarse, entre otras cosas, los óleos del Gral. Don José de San Martín, de Alfonso Ugarte lanzándose con su caballo desde el Morro de Arica y de la Respuesta de Bolognesi, así como también objetos y documentos originales de la Guerra del Pacífico.


Para cumplir con la segunda opción hemos visitado los mercados de artesanías y productos regionales que se encuentran a ambos lados de las avenidas San Martín y Bolognesi. Destacan las artesanías, la amplia variedad de productos comestibles locales (principalmente frutas, semillas y verduras), el té con canela y clavo (exquisito) y los ungüentos curativos para aplicaciones varias (crema de frotación de oso, crema de grasa de león, jabón de hiel de vaca etc) aún cuando esta fauna no es oriunda de la zona.  Si hay algo llamativo en Perú es la abundancia y circulación de monedas, las cuales llegan a tener denominaciones tan altas que uno puede tener una pequeña "fortuna" en el bolsillo a base de un simple manojo de monedas metálicas.  Justo frente al Mercado Central se encuentra la zona Comercial Artesanal y a la vuelta, en la calle paralela a la Av. Bolognesi, sobre una esquina, hay un pequeño local muy sencillo, atendido por su dueña, una señora muy amable que prepara unos riquísimos y refrescantes jugos de fruta.  Un descanso obligado para seguir recorriendo esta ciudad.  Con los pies en Tacna y con el corazón en Lima...







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( * ) TREN ARICA-TACNA $1900 (chilenos)

( * ) MUSEO FERROVIARIO NACIONAL ingreso $10 (soles) 

( * ) MUSEO HISTORICO REGIONAL ingreso $1 (soles)

( * ) CAFE ZEIT http://cafezeitperu.com/


( * ) COLECTIVO TACNA-ARICA en Terminal Internacional $10 (soles)



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martes, 15 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 5/8: Arica y sus alrededores

El domingo por la mañana, aprovechamos para ir a conocer la Feria Turística Dominical que se arma sobre la calle Juan Noe abarcando varias cuadras con puestitos que venden alimentos, vestimenta, artículos de perfumería, artículos de ferretería y cuanta otra cosa a uno se le ocurra y no se le ocurra también, a precios realmente bajos.  

En Chile hay que tener en cuenta que lo que uno llama colectivo allá tiene formato de taxi-colectivo, es decir, es un auto de color amarillo compartido entre varios pasajeros que se van subiendo en distintos puntos del recorrido, al que se accede de la misma forma que si fuese un colectivo, haciendo una señal de stop en la parada de la esquina.  Por su parte, los colectivos de línea locales allá se llaman micros.  Como tercera opción existe el taxi privado, donde los precios son más caros que los del taxi amarillo debido a que llevan menos pasajeros. 


Haciendo uso de uno de estos taxis particulares, le pedimos al chofer que nos llevara hacia Azapa pero tomando la ruta sur, es decir, la ruta menos transitada, conocida como la ruta arqueológica.  El costo incluía las paradas necesarias en los puntos claves del camino para poder tomar fotografías desde los miradores a fin de poder observar los Geoglifos, donde se ven representadas caravanas de llamas y figuras antropomorfas realizadas por medio de la acumulación de piedras sobre la ladera de los cerros.  Todo el trayecto sobre este valle es muy interesante porque se ve un aprovechamiento máximo en plantaciones de tomates y olivos sobre unas tierras pobres mejoradas donde el agua es dispensada por goteo.  El resultado final es una especie de oasis longitudinal, donde cada centímetro es aprovechado intensamente. 



Un lugar imperdible para conocer un poco más sobre los pobladores que habitaron y habitan esta región es el Museo Universidad de Tarapacá, ubicado en el Valle de Azapa.  En la Sala Chinchorro de este museo pueden observarse las momias más antiguas del mundo realizadas por medio de una compleja y singular técnica.

Los alrededores del museo son una especie de vergel lleno de flores bajas y árboles enormes en medio de un paisaje completamente desértico.  Al respecto, el terreno contiguo al museo llamó particularmente nuestra atención ya que su fondo se extendía, claramente señalizado, hacia arriba sobre la ladera de la montaña.  Era un terreno rectangular pero desproporcionado en cuanto a su largo y estaba completamente alambrado.  Toda su extensión era un espeso bosque de árboles, arbustos, palmeras y araucarias, formando una especie de angosta alfombra verde que ascendía la ladera de la montaña.  Cuando preguntamos a los lugareños sobre su significado, nos contaron que ese terreno pertenecía a un señor que había fallecido este año y que se trataba de un vivero en el cual el hombre, gracias a su dedicación y abastecimiento de agua, había realizado plantaciones de araucarias en pleno desierto, pero que ya todo estaba en proceso de desertización porque sus hijos no lo continuaron.  


Unos metros más allá, puede visitarse el Cementerio local instalado en la ladera de la montaña, que a pleno rayo de sol, resiste sus colores resguardando cada tumba con un pequeño techito a dos aguas adornado con guirnaldas de frutas y de flores.





A metros de la salida del cementerio hay un punto obligado de visita que no te podés perder: un almuerzo en La Pica del Muertito.  En medio de un paisaje completamente desértico, este lugar es un patio grande cuyo techo está cubierto por un tejido de cañas lo que hace que el lugar, a pesar de tener luz natural, tenga sombra y aire fresco.  Es IMPERDIBLE, el pastel de choclo servido en una casuela de cerámica negra.  Es una delicia total!!!  


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( * ) MUSEO UNIVERSIDAD DE TARAPACA San Miguel de Azapa - Ingreso $2000 http://www.uta.cl/masma/ 

( * ) TAXI PARTICULAR ARICA-AZAPA por ruta sur arqueológica $5000 (servicio con paradas en puntos panorámicos incluidas)

( * ) TAXI-COLECTIVO AZAPA-ARICA por ruta norte $900 (servicio directo sin paradas)




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lunes, 14 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 4/8: Arica y su historia

Arica, Chile - lunes, 14 de noviembre de 2011

Perú vuelve a mi una y otra vez.  Estoy en Chile y sin embargo Perú aparece ante mis pasos y revuelve inevitablemente mis recuerdos: al abrir la revista del avión me encontré con una foto de la Costa Verde de Lima y en el Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benitez, en Santiago de Chile, apenas levanté mi vista, ví un local de Donuts y recordé aquellas noches en Lima, en Larcomar, cuando junto a él solíamos cenar unas donas rellenas de manjar blanco con un gran vaso de café.  

Cuando hace un buen tiempo atrás, le conté a él sobre mis intenciones de viajar hacia Arica, él, siendo limeño, me contó que esta ciudad pertenecía a Perú y que luego de una guerra, pasó a formar parte del territorio de Chile.  En abril de este mismo año, estando ambos en Lima, él me llevó a visitar un lugar en el cual se rendía homenaje a los héroes caídos en esta batalla: la Fortaleza Real Felipe, en El Callao.



La Guerra del Pacífico, así es como se conoció a esta batalla que sucedió en 1880 y que sin embargo hoy, a más de 100 años, permanece todavía a flor de piel.  Tanto del lado de los vencedores, en Chile, como de los vencidos, en Perú, el recuerdo de esta batalla se revive constantemente por medio de la evocación iconográfica.  Sin embargo, cuando me acerqué a la Oficina del Servicio Nacional de Turismo de Arica a solicitar información fehaciente sobre esta batalla para publicar en mi Diario de Viajes, me la negaron argumentando que a los turistas no les interesa ese tipo de información.


Por lo tanto, hago uso del relato oral de este recuerdo, que habla de unos soldados peruanos que se vieron arrinconados en lo alto del Morro de Arica donde fueron abatidos por los soldados chilenos.  Al verse vencido, uno de los generales peruanos, en un gran acto de valentía, para salvaguardar el honor de su pueblo, se lanzó junto a su caballo desde lo alto del morro como puede observarse en esta pintura que se encuentra en el Museo Histórico Regional, en la ciudad peruana de Tacna.

 
Por más que uno quisiera olvidarse de esto, caminar hoy por las calles de Arica implica internarse en un paisaje simbólico que rememora continuamente esa batalla.  Sucede algo muy extraño por ejemplo con el tema de las banderas: si uno asciende a la cima del morro, ahí flamea la bandera chilena, pero si uno se encuentra en la ciudad (a nivel de la base del morro), la bandera que se encuentra en el morro no se vé desde abajo y lo que se vé en lo alto de la ciudad (que se trepa por la ladera del morro) es una bandera peruana, señalando la casa de Bolognesi, el general del ejército peruano.  Un nivel más abajo, sobre la costa del Océano Pacífico, en un edificio de la Armada de Chile, flamea la bandera chilena, por lo cual, hay tres niveles con tres banderas distintas que conjugan espacios diferentes: costa "chilena", ciudad "peruana", morro "chileno".







Al Morro de Arica se asciende directamente a pie, desde la ciudad, tomando la calle Colón.  En el camino, uno puede pasar a conocer otras dos atracciones de la zona que se encuentran ubicadas sobre una misma cuadra: la Casa de Bolognesi y el Museo de Sitio Colón 10.


En la cima del Morro de Arica pueden observarse todavía los restos de las trincheras utilizadas en la guerra y la presencia de cañones todavía en pie.  A lo lejos, como si fuesen coloridos barquitos de juguete flotando en un charco de lluvia, se observa el puerto, donde los barcos están ordenados con una extraña simetría: barcos gemelos están amarrados entre sí formando duplas y tríos.  

 
A los pies del morro puede observarse una lengua de tierra que se interna en el océano: es la ex-Isla Alacrán, hoy convertida en península gracias a estar conectada a tierra firme por medio de un camino pavimentado.  Aquí debajo les dejo una foto actual de la "isla" y una foto que tomé sobre un mapa francés realizado en 1822 desde la Fragata Clorinde donde se ven el morro y la isla a sus pies en su estado original.









La Casa de Bolognesi me llevó nuevamente a conectarme con los recuerdos de mi abril limeño.  No esperaba verla, su presencia me sorprendió de tal manera que el corazón casi se me sale de un salto por la boca.  Inmediatamente me acerqué al hombre y la mujer que estaban en la entrada como si ellos mismos fuesen aliados de mis recuerdos y les pregunté si esta casa era la misma cuya réplica yo había visto en la Fortaleza Real Felipe, en El Callao, en Lima... y mi corazón agregó un par de palabras más que no salieron de mis labios: "aquella tarde, cuando caminaba junto a él..."


Pero ante la duda de todos sobre lo que yo estaba queriendo decir, recordé que llevaba todavía en la memoria de mi cámara las fotos de Lima, las fotos del Real Felipe, las fotos de él.  En seguida revisé la memoria de la cámara y definitivamente encontré las fotos de aquella tarde cuando por primera vez conocí la réplica de la Casa de Bolognesi.  Y ahora estaba ahí, en la casa original en Arica con la foto de su réplica limeña en mis manos... la bandera peruana flameaba en lo alto... el sol lentamente se ocultaba y los recuerdos de aquel abril limeño se arremolinaban como hojas secas de un otoño en mi corazón en una extraña conexión temporal entre estas dos casas: la réplica limeña del pasado y la real arequipeña del presente, a las que sin saberlo, fotografié desde el mismo ángulo ¿O será que tal vez la presencia de la segunda transportó en el tiempo, vía la evocación de recuerdos, hacia la primera?


REPLICA EN LIMA
ORIGINAL EN ARICA



















El Museo de Sitio Colón 10, se trata de un museo instalado en un sector de la ladera del morro donde un arquitecto estaba dirigiendo una obra para construir un hotel debido a la  vista panorámica que se tiene desde su ubicación.  Durante la excavación del terreno su equipo descubrió un cementerio de momias Chinchorro a las cuales decidieron dejar en el mismo lugar de hallazgo pero las resguardaron para su exhibición por medio de la construcción de este museo.


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( * ) AEROPUERTO (Chacalluta) - ARICA traslado en transfer pagué $ 3000 (son unas trafics blancas que se contratan y salen directamente desde el aeropuerto)



( * ) MUSEO DE SITIO COLON 10 pagué $ 2000





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domingo, 13 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 3/8: Traficando huevos

Santiago de Chile, Chile - domingo, 13 de noviembre de 2011

Es interesante escuchar a la tripulación y al propio capitán de la aeronave decir "esperamos que disfruten su vuelo"  porque la pregunta inmediata sería ¿a partir de qué cantidad de horas de vuelo uno aprende a disfrutar del viaje en avión?  En mi caso en particular, en algún punto no identificado de mi vida, más que comenzar a disfrutarlo, comencé a aceptarlo como un medio de transporte más y eso me permite relajarme lo suficiente como para leer o dormir sin estar pendiente de las bofetadas que el viento le da a la estructura del avión.

Estábamos ya volando pareja y tranquilamente en lo alto y sin embargo yo no podía salir del susto que me había provocado la posibilidad de perder el avión en el que finalmente me encontraba.  Me dolía la cabeza e intentaba convencerme a mi misma de que ya todo había pasado, que ya podía olvidar ese episodio, pero éste volvía a repetirse una y otra vez en mi mente como un largometraje.

Comencé entonces a recordar la última vez que había estado en Chile: Santiago de Chile, Valparaíso, Viña del Mar, Reñaca.  Y recordé que aquella vez, hace como 15 años atrás, habíamos ingresado a Chile por tierra y nos habíamos encontrado con un estricto control sanitario en relación a los alimentos que transportábamos.  Deduje que esta vez podría ocurrir lo mismo y no me equivoqué.

En cierto momento, el capitán de la aeronave anuncia que estamos a punto de cruzar por sobre La Cordillera de los Andes, lo cual debe leerse entre líneas como: “estamos a punto de cruzar una zona turbulenta”.  De pronto desde el techo del avión, unos pequeños paneles LCD con ruido a robot, se despliegan hacia abajo y comienzan a proyectar una propaganda acerca de ciertas prohibiciones migratorias en pos de proteger su prestigio y posicionamiento en el mercado mundial. La propaganda se centraba principalmente en la prohibición del ingresar al país con alimentos de origen animal y de origen vegetal ya que esto podía poner en riesgo la sanidad agrícola y forestal del país.  

Unos minutos más tarde, una azafata me entrega una especie de "declaración jurada" donde debo declarar si estoy transportando alimentos de origen animal o de origen vegetal en mi equipaje.  Hice un recuento rápido en mi mente de las pocas cosas alimenticias que esta vez estaba transportando (justamente por este mismo motivo) y concluí que debía declarar el paquete de yerba para mate que llevaba en la mochila... y en cuanto recordé la mochila, recordé por asociación LOS DOS HUEVOS!!!

Había despachado la mochila grande en la bóveda del avión y me había olvidado de sacar los huevos que había guardado de apuro en el bolsillo superior y ahora estaba a ingresar a un país para quien este descuido mio significaba un riesgo sanitario nacional!!!  Aterrizando con dos huevos duros en la mochila, estaba poniendo en riesgo no sólo el prestigio económico del país sino que estaba poniendo en riesgo a todo el sistema agrícola y forestal chileno!!!  En este contexto eran más peligrosos mis dos huevos de gallina que una pepita de uranio!!!

Y lo peor del caso es que tanto la propaganda como la declaración jurada decían que si uno transportaba este tipo de productos, el costo de la multa a pagar superaba ampliamente el dinero que yo transportaba en mi bolsillo con lo cual, estos dos huevos duros se habían transformado rápidamente en mi mochila en los míticos y famosos "huevos de la gallina de oro": la multa superaba incluso ampliamente su propio valor.

¿Qué hacer en un momento como este?  Bueno, eso fue lo que yo también me pregunté.  Lo primero que se me ocurrió fue apurarme para recibir mi mochila lo antes posible.  Una vez que la tuve en mis manos -y con ella a los dos huevos-, busqué un baño como para entrar y tirarlos, pero, no había baño alguno.

Como segunda opción busqué directamente un tacho de basura en el hall, pero tampoco había tacho alguno a mi alrededor.  Caminé por el hall hacia la máquina de rayos x con mi mochila en la espalda hasta que unos metros antes de la máquina divisé un tacho y cuando pude acercarme unos metros más, junto al tacho divisé un cartel que decía algo así como "Su última oportunidad.  Deposite aquí sus alimentos".  Era ahora o nunca.  Me quedé junto al tacho, me desprendí la mochila, la coloqué en el piso y cuando estaba abriendo el bolsillo donde transportaba los huevos se me acercó un hombre de seguridad y me preguntó:

-¿Qué lleva ahí señorita?

Y un ataque de sincericidio se apoderó de mi.
-Nada, llevo dos huevos... iba a comerlos en la cena y me los olvidé en la mochila... ahora los estoy por tirar...  porque no quiero tener problemas...

Tomé la bolsa transparente, con los huevos envueltos en servilletitas de papel blanco y mientras se los mostraba entre mis manos, a plena luz, delante de todas las cámaras de seguridad, le dije con toda seriedad algo que sonaba cómico pero que era literalmente real:
-por favor, no quiero que me acusen de traficante de huevos

La frase me salió del alma, en un tono entre congojo y preocupación.  El tipo se cubrió la cara con las manos de la risa que le provocó la situación y para empeorar la comicidad del momento me preguntó si lo huevos venían crudos o cocidos!!!  En ese momento sentí que me sacaba un peso de encima, era como estar confesando un pecado y por el recurso al ridículo, estaba obteniendo el perdón.  Por suerte, nos terminamos riendo los dos y finalmente me dejaron pasar los huevos por migraciones por haber viajado hervidos.

Terminé mis trámites y ya en el hall principal, a la espera de mi segundo vuelo, decidí la mejor de todas mis jugadas: me comí la evidencia... me comí los dos huevos.-



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sábado, 12 de noviembre de 2011

CHILE - CAP 2/8: ¿Y dónde está el pasajero?

Buenos Aires, Argentina - sábado, 12 de noviembre de 2011

"Si algo puede salir mal, saldrá mal" dice la Ley de Murphy y mi día estuvo al borde del abismo.

Por alguna razón, desde que decidí hacer este viaje, sentí en paralelo las ganas de no hacerlo.  Creo que la razón profunda fue que me obligué a hacerlo.  Para quienes no me conocen personalmente, sólo les cuento que luego de estar dos años junto a un famoso Mochilero, éste partió hacia "otros rumbos".  Por eso fue que me propuse a mi misma hacer este viaje y paradójicamente por ese mismo motivo deseaba no hacerlo: sentía que necesitaba quedarme a defender lo indefendible.  Pero en el fondo sabía que debía ponerme a salvo, debía viajar por una cuestión de salud mental. 

Así fue que me negué a hacer el check list de las cosas que iba guardando en mi mochila.  Por vez primera ignoro lo que traje y lo que olvidé.

Una segunda negación fue cuando llegó el transfer a buscarme a casa para llevarme al aeropuerto y yo estaba literalmente boludeando en internet.  Esto demoró mi salida y en el apuro agarré dos huevos duros, que por no tirarlos los había hervido para comer más tarde a la hora de la cena (que supuestamente iba a agarrarme en pleno aeropuerto) y como no tenía donde guardarlos, los metí en el apuro en un bolsillo de la mochila junto a dos sandwichs de queso fundido.

Pero la tercera negación fue la peor de todas.  Llegué al aeropuerto 3 horas antes del horario de embarque, despaché mi mochila y me fui a un café a disfrutar de un capuchino con una magdalena de limón.  En ese momento de transición, cuando uno estando en el aeropuerto comienza abandonar el yugo de la rutina y comienza a conectarse con el relax de las vacaciones, fue que descubrí que junto con la mochila había despachado también los dos huevos.

Me senté al aire libre, al sol, mientras preparaba un escrito de un trabajo de investigación.  Leí, escribí, redacté, cité, hablé por teléfono, hasta que para cuando me dí cuenta, la luz del sol había sido reemplazada por luz artificial.  Mi vuelo estaba a 45 minutos de despegar!!!

Metí las cosas de un saque en la mochila de mano, atravesé medio aeropuerto corriendo y sumamente desesperada me metí de prepo en la tranquila conversación que mantenían un encargado de seguridad (que no lograba descifrar mis signos de desesperación) y un pasajero.

-Mi vuelo está por salir, decime para dónde tengo que ir
-Déjeme ver...

Tomó mi ticket, lo miró con suma tranquilidad y me dijo
-Su vuelo ya está cerrado.
-Pero sale a las 21hs, no puede estar cerrado!!!
Giró la muñeca, miró su reloj y me respondió
-Pero mire qué hora es señorita, son las 20:15

Yo no lograba entender la lógica entre mi vuelo y su reloj... ¿Ya estaba carreteando?  ¿Ya habían cerrado la cápsula a la Luna?  Un estado total de desesperación y nerviosismo se apoderó de todo mi cuerpo.  Realmente debo reconocer que ignoré totalmente a la persona a la que estaban atendiendo cuando yo me planté con este problema pero era algo que en ese momento no me importaba, ser cortés significaba quedarme en tierra. Me encontraba en una posición de ruego y de súplica total donde ya nada me importaba, donde no tenía escrúpulo alguno.  No tenía en mente ninguna excusa creíble pero tenía en la manga el resultado de una realidad cercana: recordé la gastritis que me tuvo 5 días en cama gracias a la noticia de mi ex y le dije sin pudor alguno:
-es que estuve en el baño

Sentí que finalmente él se apiadaba de mi y de mi situación: estar perdiendo un avión por haber estado con descompostura de estómago era mucho más perdonable que la verdad.  Pero no podía estar perdiendo el avión de esa manera tan ridícula.  Le pedí una y otra vez por favor que me ayudara, que me indicara hacia dónde tenía que ir y me respondió que ya no había tiempo pero finalmente se puso de mi lado y me indicó que corriera escalera arriba.  Y corrí.  Subí la escalera mecánica en forma maratónica, pidiendo permiso cual ambulancia a las personas inmóviles e inmutables que se me cruzaban en el camino.

Llegué al primer piso.  A mi derecha, dos filas, me coloqué de una en la más corta.  Con media hora por delante, tenía tiempo suficiente para hacer todos los trámites.  La fila avanzó rápidamente.  La chica del mostrador me derivó al siguiente paso pero me indicó que si tenía algo por declarar, debía colocarme en otra segunda cola que salía del hall y daba la vuelta a un kiosquito.  Si no tenía nada para declarar, entonces debía ubicarme en una primera cola que aparentaba ser tan cortita que desde donde yo estaba, ni siquiera se veía.  No lo dudé, instintiva e instantáneamente respondí que no.  Pero... ¿realmente no tenía nada para declarar?  Y en ese momento, mientras corría de una cola a la otra, me invadió una pregunta casi retórica: ¿qué es lo que se declara?  Imaginé artefactos eléctricos y en un inventario mental sólo apareció mi máquina de fotos... recordé que para mi era una máquina nueva y entonces mientras seguía corriendo por el hall en dirección opuesta a la cola donde se declaraban los objetos, recordé que la máquina la había comprado para el viaje a Machu Picchu y eso fue... eso fue... exactamente en el 2009.  Para mí era nueva pero para el mercado ya era un modelo obsoleto así que finalmente concluí que no había nada para declarar.  Igualmente eso no importaba ahora, el avión estaba a punto de partir sin mi, lo cual era mucho más importante que lo que llevaba o no llevaba en la mochila.

Llego al segundo hall... la cola para pasar el equipaje de manos por la máquina de rayos X era mayor que la anterior pero avanzaba más rápido, así que aproveché esos instantes de espera para pseudodesvestirme mientras esperaba mi turno: el reloj, la cámara, la riñonera. 

Pasé por este control casi transparente y corrí hacia mi nueva posta, el tercer hall: migraciones.  La fila era inmensa y no avanzaba!!!  Yo estaba nerviosa y apurada y sentía que la gente se movía aletargada, tal vez era un efecto en cámara lenta, tal vez estaba en medio de una manifestación budista.  Ese era el fin de mi viaje.  Me quedaban tan sólo 15 minutos y ya estaba resignada a perder mi vuelo. 

De pronto escucho el llamado de una azafata preguntando si quedaban pasajeros de ese vuelo en la fila. 
-Siiiiiiiii!!!!!!!!!!!  Yooooooooooo!!! - grité agitando los brazos como si estuviera haciendo señales de S.O.S. a un avión en una isla en medio del océano.  Acto seguido le pregunté si me ayudaba y nuevamente recibí la respuesta negativa:

-Yo no puedo ayudarte, tenés que pedirle a los pasajeros que te dejen pasar.

Ahí mismo me armé de valor y sin vergüenza alguna, pasé por debajo de las cintas de los balustros y antes de colarme empecé a pedirle a toda la gente en forma desesperada que me dejaran pasar, que se me iba el avión, pero la gente no se inmutaba, no me veían ni me escuchaban a pesar de que estaba a los gritos en medio del pasillo agitando profusamente mis manos, hasta que un flaco que estaba en segundo lugar, me dijo:

-Dale, pasá, yo te dejo.
-¿Si?  ¿Me dejás?  Gracias!!!

Inmediatamente cambió el número de la ventanilla libre y corrí en esa dirección.  Por primera vez en mi vida me colé de una forma olímpica y evidente, sin que me importara absolutamente nada más que despegar.  Aquí hago un paréntesis para reivindicarme y pedirles disculpas a todas aquellas personas que en ese momento hacían la cola con sus tiempos perfectamente calculados.

Listo!  Ahora sólo quedaba llegar a la puerta de embarque pero ¿Cuál era la puerta de embarque?  Atravesé el Free Shop sin saber si estaba corriendo por los pasillos o entre las góndolas, sólo me ví en un laberinto de chocolates y perfumes, y por sobre mi cabeza, un sin fin de carteles que combinaban flechas y números de puertas como en un lenguaje extraño y simbólico que mi cabeza no lograba descifrar. 

Busqué un stand de informaciones pero encontré uno de venta de cueros.  Miré hacia ambos lados pero no lograba diferenciar lo que veía, era todo una mezcla heteróclita de carteles y colores.  Recordé los televisores donde van informando el estado de los vuelos y me acerqué corriendo al más próximo, pero nuevamente el sistema estaba un ritmo más lento que mi desesperación.  La actualización de datos en la pantalla parecía tardar un siglo.  Busqué la palabra "LAN", busqué "21hs", busqué la palabra "Chile", pero encontré TAM, Iberia, 21:05, 21:15, Londres, San Pablo, Lima!!!  La reputísima madre que lo parió!!! ¿Tenía que ver a Lima desafiando mis recuerdos desde la pantalla como si fuera un nombre tan inocente???  ¿Tenía que ver a Lima justo en ese momento y perder un milisegundo pensando en el mochilero que destruyó mi corazón???  Y de pronto, una propaganda!!! Sí, aunque no lo puedan creer, una propaganda en medio del estatus de vuelos. 

Corrí hacia otro televisor, estaba a minutos de perder el vuelo.  Finalmente lo veo: "puerta 6".  Estoy sobre la puerta 2, corro hacia mi derecha, llego a la puerta 5 y más allá, el abismo.  Vuelvo al laberinto del Free Shop, veo un nuevo desvío a mi izquierda y me meto.  Realmente no hice cálculo lógico alguno -al menos en forma consciente-, porque era tanta la desesperación que no lograba procesar lo que estaba viviendo. 

Finalmente "Puerta 6".  Nadie en la sala, sólo el chico que controlaba las tarjetas de embarque y yo.  Nadie en el pasillo que llevaba hacia el avión.  Cuando por fin puse un pie en el avión estuve más tranquila pero llegué agitada y desalineada. 
-No saben lo que corrí - le dije a la tripulación que me recibía en la puerta de entrada, pero por suerte ellos no estaban en mi misma sintonía y me recibieron con una sonrisa.

Si bien la mayoría de los pasajeros estaban ya en sus asientos, muchos estaban acomodando cosas, cambiando, sacando, poniendo, pasando de un lado al otro, así que mi llegada tarde se diluyó en el movimiento de la dinámica propia de un avión que está a cinco minutos de despegar.-

Post scríptum: el comentario de una amiga al leer este capítulo fue "se puede perder un hombre pero no se puede perder un avión".




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lunes, 31 de octubre de 2011

CHILE - CAP 1/8: sin rumbo

Buenos Aires, Argentina - lunes, 31 de octubre de 2011

Es extraño estar armando la mochila en esta época del año, en medio de compromisos laborales y académicos.  Es extraño estar armando la mochila en pleno mes de octubre, casi noviembre, cuando todos los proyectos anuales están en el punto crítico de cierre porque es cuando uno más tiene que estar presente, cuando uno más tiene que estar sobre ellos.  Y sin embargo, yo, me voy.

Hace ya unos cuantos días que sé que me voy.  Hace ya unos cuanto días que tomé la decisión de irme, justo ahora, en este preciso momento, en el momento del año en el cual "debería estar". 

Sin embargo, aún con pasaje en mano, el cual saqué en forma casi automatizada más que meditada, me costaba asumir mi partida.  

En dos días estoy por cumplir 38 años y creo que por primera vez en toda mi vida, pude aprender a resguardarme y pude entender que hay momentos en los que es mejor partir, aún sin rumbo, pero partir, aún cuando uno sienta que quedan todavía cosas por hacer.  

Algunas veces debemos obligarnos a nosotros mismos a levantar vuelo, a volar alto, a despegar.  Algunas veces debemos obligarnos a nosotros mismos a cambiar de aire, a cambiar de paisaje, a cambiar de contexto.  Debemos aprender a salir a tiempo, pero aún mejor, aprender a salir antes de tiempo.


Hace varios días que sé que tengo un pasaje en mi mochila y hace varios días que sistemáticamente lo ignoro.  Y hoy me enfrenté por vez primera con ese pasaje, con un pasaje que me pone fuera de juego en un momento álgido, pero que en definitiva me pone a salvo de cosas que es mejor no transitar.  No se trata del trabajo ni de la vida académica, son las cuestiones del corazón las que no vienen ni con manual de explicaciones ni con la respuesta correcta al final del capítulo, no hay nada que uno pueda leer o entender o razonar, el final feliz solo existe en los cuentos y en las novelas, la realidad del corazón es mucho más simple y mucho más tajante: es o no es.

Hoy me reconcilié con ese pasaje, con mi mochila y con el futuro rumbo hacia el que ambos, a pesar de mi misma, están redireccionando mi vida.-  


( * ) la imagen es una pintura mía, realizada el día 31-12-95



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martes, 13 de septiembre de 2011

El Gran Alquimista

Alguien en el foro preguntó:

-Soy nuevo mochilero ¿me podrian dar algunos tips de qué comprar antes de partir a algún destino propuesto?

Alguien acostumbrado a viajar le respondió:

-Mmmm... Lo que vas a comprar depende de a donde vas a ir, el tipo de clima, situación, el tiempo que vas a viajar... cuenta un poco más y tal vez te pueda ayudar.

Alguien acostumbrado a sobrevivir le respondió:

-Aprende un oficio, un arte, y lleva las herramientas para sobrevivir en cualquier lado, aprende algo de magia (seguro ganaras comida y favores), lleva una hamaca, una buenísima bolsa de dormir.  Cuídate sobre todo lo que comes y bebes. Aprende nutrición.  Recuerda que un tipo de trabajo no resulta en todos lados, nosotros, como un gladiador, debemos escoger al menos tres armas para viajar: trucos, oficios, arte.  Recuerda que pasaras por lados donde no se ven cosas "raras" como uno y lo mejor es estar lleno de sorpresas para los demás.  El mochilero que se gana la vida es respetado, el vago cae en la droga y se pierde.  Haz cosas originales y valiosas, al menos al ojo.

Yo era en todo esto una simple espectadora observando cómo se desarrollaba la conversación entre los participantes y no podía dejar de maravillarme y de ponerme a la vez en la piel de quien había hecho la pregunta disparadora de semejantes reflexiones.  No podía dejar de pensar qué era lo que estaba pasando en ese mismo momento por la mente de aquel mochilero iniciado que recibía dos respuestas tan dispares y a la vez tan certeras. 

Si me hubiera tocado responder en ese momento a mi, yo también le hubiera pedido información complementaria para poder ayudarlo con al elección de su equipo, hubiera respondido como el primer interlocutor, buscando ayudarle a seleccionar un kit de herramientas específico para poder desenvolverse en el destino elegido.

Sin embargo, el segundo interlocutor, con una sorprendente e inesperada respuesta, abrió un juego más amplio recomendando un kit de herramientas que no forman parte del equipo básico de una mochila: le recomendó cargar consigo un kit genérico, aplicable a cualquier situación y a cualquier destino.  Traduciéndolo en pocas palabras, fue un "conviértete en un gran alquimista de la vida y serás libre de viajar sin fronteras".-


(*) Imagen cortesía del artesano Omar Barreto - Belize
 

lunes, 18 de abril de 2011

PERU - CAP 15/15: Lima y Él

Lima, Perú — lunes, 18 de abril de 2011

"Déjame que te cuente limeño,
déjame que te diga la gloria, 
del ensueño que evoca la memoria
del viejo puente, del río y la alameda.

Déjame que te cuente limeño,
ahora que aún perfuma el recuerdo,
ahora que aún se mece en un sueño
el viejo puente, el río y la alameda."


La Flor de la Canela - Vals Peruano - Chabuca Granda

Uno se vuelve fácilmente adicto al azúcar rubio del Perú, a su té con aroma a especias y a su manjar blanco, un dulce de leche color té con leche.   También uno se acostumbra a saber que camina sobre una zona sísmica.  Recuerdo mi primer día en Lima, cuando llegué al hostel, el cartel verde con una gran “S” indicando “zona segura en caso de sismo” me intimidó.  Unas horas más tarde volví a verlo en pleno zoológico, en el Parque de las Leyendas, y me sentí como que estaba caminando sobre terreno minado… temí estar ahí, temí haber elegido esa ciudad como destino de mis vacaciones, una ciudad que marcaba a cada paso el espacio seguro para resguardarse en caso de sismos.  Tengo pavor a los sismos y sin embargo uno se acostumbra también a eso, a esa idea y a los carteles señalizando las vigas de la estructura de las construcciones y los espacios abiertos.

Después de 6 horas de espera en el aeropuerto de El Cusco, he regresado a Lima.  Pero Lima ya no es la misma porque yo ya no soy la misma mujer que hace dos semanas atrás transitaba anonadada por estas calles.  Esta vez puedo ver a Lima con otros ojos: con calma, con la sorpresa del dejarme llevar, del dejarme deslumbrar por aquel paisaje colonial que me espera detrás de cada esquina, por un farol que luce tímido, por un balcón de celosía.
También es otra mi manera de encarar esta semana, es una semana que no tengo planes de nada, más que compartir mi tiempo libre con él.  Sólo dejarme llevar, a la deriva, a nuevos lugares o al mismo lugar de siempre, pero caminando a su lado.  Mi primer semana en Lima era muy estructurada, era una carrera contra el tiempo, necesitaba conocer y recorrer la ciudad y a eso le impregné un ritmo similar al que traía de Buenos Aires.  Paraba en un barrio lejos de todo y para movilizarme hacia cualquier parte necesitaba necesariamente tomar un taxi.  Así que para minimizar este gasto a sólo dos taxis por día, uno de ida y otro de vuelta, partía temprano en la mañana hacia algún museo (al cual llegaba incluso antes de que abriera sus puertas al público) con mi mochila cargada de víveres y provisiones para todo el resto del día.   Cuando terminaba mi visita, aprovechaba para ir al baño y me quedaba a almorzar en alguna plaza en los alrededores del museo y luego destinaba la tarde a conocer ese barrio.
Ahora es totalmente diferente.  Ya no tengo planes de museo alguno, ni hambre de conocimientos académicos, sólo tengo una conexión especial, desde el sentimiento, hacia Lima y hacia Él.  Tampoco necesito movilizarme en taxi por tres buenas razones: (1) porque ya no me queda dinero para hacerlo (2) porque esta vez me instalé en Miraflores, un distrito sumamente turístico, a unas 10 cuadras del Océano Pacífico, donde tengo todo lo que necesito y lo que no necesito a mi alcance (3) porque esta vez, conociendo ya las avenidas principales, puedo movilizarme en los buses locales.
Él, que es algo más que un simple amigo, tal vez un compañero de vida, me enseñó los tips básicos para movilizarme en bus: (1) uno paga por lo general un importe menor al que figura en la lista de precios y distancias (2) si te muestran la palma de la mano abierta cuando estás por subir, significa que pagás $0.50 (3) el pago del boleto no se realiza necesariamente al subir, sino en cualquier momento del viaje, incluso antes de bajar (4) para subir le pegás unos golpecitos en la carrocería (5) para bajar hay que gritar “baja, baja, baja”.  El servicio de buses es como si fuese un colectivo pero en tamaño comprimido o una combi estirada, el espacio entre los asientos es tan pequeño que las piernas caben sólo inclinadas.  Hay una única puerta que se encuentra a mitad del bus en cuyos escalones viaja un señor que va indicando a los gritos el recorrido en cada parada y es quien se encarga de cobrar también el boleto, pero he visto incluso gente que sube por un par de cuadras y nadie le cobra.  El transporte público aquí en Lima es más parecido a un servicio a que un negocio.
He notado también que extrañamente, desde que estoy en Perú, no he hecho uso de los auriculares y llegué a la conclusión de que en Baires los uso para aislarme del mundo.  Acá, por más ruidos y sonidos que haya, me integro a ellos.  Me he acostumbrado también a los colores y sabores de Lima,  a sus kioscos en carritos ambulantes, a la Inca Kola, gaseosa dorada a base de una hierba peruana, la hierba Luisa, que es mucho más rica que la Coca Cola a quien ha destronado.  La gente la prefiere y la consume asiduamente, tanto es así que Coca Cola, al ver que no podía competir frente a este oro líquido, optó por adquirirla.  En mis primeros días en Perú tuve la necesidad de ingerir algo de carne, algo similar a lo que como en mi país, así que me fui a Burguer asumiendo que el sabor iba a ser el mismo en cualquier lugar del  planeta donde me encontrara, pero para mi sorpresa no fue así.  Las papas fritas no sabían a papa sino a un aceite fuertemente aromatizado que eclipsaba el sabor natural de las papas y la cubría del sabor al aceite.  En mi estadía en Lima he notado que las dos grandes cadenas de comidas rápidas no convocan la cantidad de gente que uno esperaría encontrar.  Pero por otro lado, he descubierto una cadena local llamada Bembos, que ha sabido imprimir sobre la comida rápida un gusto muy particular, el sabor peruano en su versión “fast food” e incluso ofrece versiones de sus hamburguesas para los turistas según gustos típicos de cada país: francesa, alemana, mexicana, criolla.  Ahí comencé a frecuentar el combo de pancho con papas fritas, una salchicha robusta sumamente gustosa con gusto real a carne y a chorizo por sólo 5 soles.  También he probado la hamburguesa, una carne condimentada con pimienta y comino y por las tardes frecuentaba un combo de capucchino y bizcochuelo caliente con pepas de chocolate.
Cuando decidí pasar mis vacaciones en la Ciudad de Los Reyes, la perla colonial sobre el Océano Pacífico, soñé con poder degustar todos los días pescado fresco en todas sus formas.  Supuse que teniendo el puerto y el océano tan cerca, iba a poder disfrutar de los sabores del mar, pero en vez de eso me encontré con la Ciudad de Los Pollos.  En Perú se consume mucho pollo, el pollo es como el arroz en china, parece ser el componente base de todos los platos y se lo consume, menos hervido, en todas sus formas.  Y aclaro “menos hervido” porque parece ser la única forma de cocción que no utilizan, que no frecuentan, es más, la mayoría de los platos son fritos.  Sin embargo, en mis caminos de Puno a Cusco y de Cusco a Lima, nunca vi criadero alguno.  Cuando pregunté al respecto me explicaron que los grandes criaderos de pollo se encuentran sobre la costa.


Mi compañero me ha hecho notar una diferencia importante entre la gente de menos recursos de Perú y de Argentina: en mi país la gente espera siempre la ayuda, el socorro y el auxilio del Estado, el plan trabajar, la jubilación, a asignación universal por hijo, el seguro de desempleo y la moneda que se espera que uno regale a cuanto se lo pidan por la calle.  Acá en Perú nadie pide una moneda porque sí ni espera la ayuda divina del Estado, acá la gente de menos recursos te vende lo que sea, una bolsita de pochoclos, una pulserita trenzada, un silbato con sonido a pajarito, una papa rellena de carne, zanahoria y morrón, una canción a modo de serenata, una acuarela con paisajes andinos, lo que sea que sepan o puedan, pero te venden algo.


De su mano he visitado lugares a los que sola no me atrevía a ir: la zona roja, el colectivo de la muerte, El Callao y he cruzado más allá del Río Rimac donde las casas coloniales, en manos de particulares de bajos recursos, se encuentran en su estado original, tomadas, adueñadas o apropiadas… del otro lado del Río Rimac, se vive otra historia, la Lima no turística, la Lima real de balcones desvencijados, de ropa tendida, de faroles rotos.  He visitado lugares secretos y privados y también he visitado lugares abiertos y públicos, lugares en los que se concentra la gente local para realizar sus paseos al aire libre, lugares de esparcimiento como el Parque de Marte, El Parque de la Exposición y he conocido el subte, un medio de transporte nuevo en esta ciudad.  He visitado el Museo de Arte Italiano donde hay óleos y pinturas de ese país y he conocido La Punta en El Callao donde hemos visitado El Real Felipe, una fortaleza construida en 1747 para defender a la ciudad de Lima de piratas y corsarios.   En esa fortaleza han estado, entre otros,  Roque Saenz Peña de quien yo desconocía su participación en la independencia del Perú, y el General Don José de San Martín, quien hizo picar los escudos españoles que lucían esculpidos en su fachada a fin de borrar la impronta española en ese fortín.


En Miraflores he transitado por la Calle de las Pizzas frente al Parque Kennedy, un espacio lleno de bares y boliches nocturnos que concentra la movida del lugar, y en el Centro Histórico he transitado entre puestitos ambulantes de techitos rojos que ofrecen uno junto al otro, los dulces típicos del Perú elaborados en el momento, sobre la costa del Río Rimac: pochoclos, picarones, chicha morada, arroz con leche, y otros que se dedican a manjares salados como el chicharrón y el anticucho.  Los supermercados de Lima me permitieron adquirir una fruta que en mi país es inaccesible por su precio: el caqui.  También, desde que estoy en Miraflores, y gracias a que el hostel no cuenta con espacio propio para ofrecer el desayuno, me otorgan un vale que me sirve para desayunar en el bar de la esquina, en unas mesitas con sombrillas amarillas sobre el Parque Kennedy.  La última semana en Lima se me ofrece con un desayuno abundante de café con leche, tostadas, manteca, mermelada y jugo de piña recién exprimido, todo un manjar energético.

Como broche de oro de mi visita a Perú, anoche he realizado un city tour en esos buses turísticos que llevan la parte alta al descubierto, el cual me ha llevado también a visitar el Circuito Mágico del Agua, un paseo entre fuentes de aguas danzantes, luces y sonidos, donde el espectáculo lo realizan fuertes chorros de agua que se lanzan al vacío desafiando la ley de gravedad.  Esta es y será, al menos por el momento, mi última imagen de Lima nocturna.


Pero lo más bello que tiene Lima según mi visión de habitante de la costa Atlántica de América, es que aquí se puede contemplar la puesta de sol.  Me es casi imposible estar en Lima y no acercarme a la costa a eso de las 17hs, cuando empieza a caer el sol para ver su ocaso.  Mucha gente se reúne con sus cámaras para ver este espectáculo, para inmortalizar este momento que cada día se muestra único e irrepetible.  Y dentro del amplio horizonte que ofrece el Océano Pacífico, el sol elige diariamente ocultarse detrás de las Islas Palomino, haciendo de su ocaso un espectáculo mágico.  La gente incluso lo aplaude… es un momento  muy emocionante que congrega a fotógrafos, familias, curiosos, turistas, románticos y a los vendedores que le dan a toda esa muchedumbre un tinte especial con sus frutas, con sus dulces, con sus artesanías.

Pero hoy, siendo mi último día, he decidido despedirme de un sabio compañero que me ha arrullado cada noche y a quien he contemplado con sumo respeto: el Océano Pacífico.  He decidido descender hacia Playa Balta por la Av. Diagonal que conduce al Malecón Balta.  Pero la playa no es de arena sino de cantos rodados traídos especialmente de Europa, es una playa artificialmente modificada.  ¿El motivo?  lo desconozco pero sí puedo hablar de las consecuencias: al ser el océano tan impetuoso en su costa, cada vez que se retira para tomar fuerza, el agua arrastra consigo las piedras más livianas y las olas vuelven sobre la costa cargadas de ellas, las cuales hacen chocar contra las rocas más grandes y estáticas.  De esta forma, el oleaje produce un vaivén de sonido, como que el sonido natural del oleaje se amplifica y puede sentirse a lo lejos e incluso a lo alto del acantilado de Lima.

 





 

Deseaba que una ola lamiera mis pies, deseaba sentir el océano acariciando mis pies.  Me descalcé, miré a mi alrededor y comprendí mi situación de turista.  La costa de Lima no es la costa Atlántica, no hay gente disfrutando de las olas sino que hay gente contemplando el oleaje.  Sin embargo, sólo algunos, los más osados, son los que se atreven a ofrendarle sus pies.  Miré a mi alrededor y enseguida noté que todos calzaban ojotas o sandalias, no había gente descalza salvo yo.  Y había una buena razón para esto: caminar sobre los cantos rodados es como caminar por una cama de clavos además de que uno puede resbalar y caer.  Notando esto decidí quedarme lo más lejos esperando que alguna ola se esforzara en alcanzarme.  Arremangué mi pantalón y esperé paciente.  No tardó mucho el océano en desplazarse eufóricamente hacia mí como un jolgorio, como si hubiese estado esperando mi presencia.  Pero no es el mar lamiendo la costa, sino el océano tomándola por asalto.  Así fue que la ola se trepó por la costa y me tomó por las rodillas.   De pronto me vi tambalear y con el pantalón mojado más allá de lo que había calculado.  El océano acarrea las rocas de la costa y la ola te apedrea cargada de municiones.  El espectáculo auditivo y visual es sencillamente único.


Lo más gracioso que me pasó en estos días en Miraflores sucedió en el hostel donde me hospedo, en una habitación con 4 camitas marineras.  Lo único que no me gusta de estas apuestas es ingresar al hostel justo cuando las camas bajas están ya ocupadas porque no me gusta dormir arriba, me muevo mucho cuando duermo y arriba me siento limitada, pero por suerte esta vez pude tomar una de las camas bajas, la otra estaba ocupada por una holandesa y las dos de arriba estaban libres.  La segunda noche volví al hostel tarde, la holandesa estaba durmiendo así que no encendí la luz de la habitación.  Vi dos mochilas nuevas sobre las camas altas pero sus dueños no estaban así que comencé a desvestirme con la tenue luz que se filtraba por los ventanales altos desde el pasillo.  La holandesa se despertó tal vez por el ruido, y en medio de la penumbra vi que me miró pero yo continué quitándome la ropa hasta quedar sólo en calzones para ponerme luego mi ropa de dormir.  A la mañana siguiente, con los rayos del sol filtrándose por la ventana, descubrí que la holandesa había partido la tarde anterior y quien me había visto ponerme en pelotas en penumbras había sido un alemán!!! Obviamente esa mañana nos reíamos juntos de la situación cuando le expliqué que en medio de la oscuridad lo confundí con la holandesa.  Así fue que terminé hospedada en una habitación junto a tres alemanes que en compensación a mi streep tees se paseaban delante de mis ojos en unos graciosísimos calzoncillos rayados como si fuera lo más normal del mundo, y lo era porque así son las habitaciones compartidas mixtas en los hostels.  Convivir con tres varones no fue nada complicado excepto porque tenían toda sus cosas esparcidas por el piso de la habitación.  Pero mis compañeros de cuarto fueron cambiando y conocí a un español que vino a Perú sólo por 14 días pero que la semana pasada había estado en La India, a un mexicano que sale durante las noches y duerme de día y a una alemana que hace un año que viene recorriendo Asia y América y con todos ellos retornó el orden a la habitación.


Mirando hacia atrás, no todo lo que esperaba salió como yo quería pero lo más importante, lo que se imprimió a fuego en mis sentimientos, sucedió como debía y voy a recordarlo para el resto de mi vida.  Hoy es mi último día en esta ciudad y en este país.  Debo retornar a la República Argentina, pero ya no soy la misma que partió hace tres semanas atrás, hoy vuelvo con un plan y con un objetivo claros.  Necesito volver para volver a partir, pero con la certeza de hacerlo esta vez en forma definitiva.


Hoy estoy cerca del Faro, cerca del Océano, cerca del Sol y cerca de un Compañero a quien quiero muchísimo.  Por el momento, mis horas en Lima están llegando a su fin, pero de la mejor manera, de una manera que se me antoja libre y feliz, y con la esperanza en lo más profundo de mi corazón de volver a Lima y volver a Él.-

***
DATOS
§  Fortaleza Real Felipe: la entrada cuesta 6 soles
§  Museo de Arte Italiano: la entrada con descuento para estudiante cuesta 2 soles