viernes, 18 de enero de 2002

EGIPTO - CAP 4/13: Un tren hacia tierras lejanas

Aswan, Egipto – viernes 18 de enero de 2002




El viernes llegamos a Aswan.  Ver el amanecer desde el tren fue espectacular, una espesa cortina blanca de neblina manchada con las siluetas negras de las palmeras no permitía ver más allá, las palmeras en movimiento por el viento se recostaban y se asomaban fantasmales entre esa nube de neblina y arena.


Todos los paisajes impactan en el momento en que uno toma contacto con ellos.  Al llegar a la estación de Aswan, cuando se detuvo el tren, antes de descender, asomé mi cabeza por la puerta mirando hacia la parte trasera del tren: un montón de personas circulando por el andén, con rasgos árabes y ropa occidental, un columnata blanca dividía el andén en dos y a lo lejos la óptica las cerraba como formando una pared, sobre ellas un pequeño techo blanco del que colgaban un reloj redondo y la numeración de los vagones.  El sol iluminaba desde un ángulo bajo, agregando una pincelada blanca a todo el paisaje que daba la idea de haber despertado recién.  En ese momento pensé “cada vez peor” y no porque el lugar fuera pero que otro sino porque en todo momento tenía la expectativa de dar con una ciudad similar a las occidentales y la realidad me enfrentaba con pueblos cada vez más humildes, cada vez me internaba más en un país que no conocía, en su mundo y su cultura, cada día despertaba frente a un sociedad muy distinta en sus costumbres y en sus formas y cada vez me sentía más y más lejos… en ese momento tuve miedo de bajar, pero un miedo a lo desconocido, pero sólo duró un instante… es una sensación fugaz, hasta que uno se acostumbra a lo que ve.

La ciudad es muy sencilla y a diferencia de El Cairo, no tiene complejos hoteleros.  El Nilo en esta zona está plagado de catamaranes que sirven de alojamiento por 4 o 5 días a turistas que realizan el crucero entre Luxor (más al norte) y Aswan, pero con la escasez de turismo que hay hoy están prácticamente de adorno, alineados uno tras otro, a lo largo de la corniche, en filas de 4 o 5 catamaranes (pegados entre sí) de ancho.  Aswan es el punto base más austral de nuestro itinerario, aunque en ciertas excursiones fuimos todavía más hacia el sur.  La avenida principal corre paralela al Nilo, sobre una mano tiene la corniche y sobre la otra edificios viejos que en la planta baja forman una galería con arcos donde hay algunos polvorientos negocios (parecido en Buenos Aires a la Avenida Paseo Colón).


Su margen occidental es una extensa cadena montañosa en la cual, sobre su ladera, se encuentran excavadas tumbas faraónicas y un antiguo templo copto que se recorren por medio de un camino de cornisa.  Por la noche, estas tumbas y el templo, se encuentran iluminadas artísticamente con luces de mercurio, emergiendo sobre el Nilo desde una oscuridad total.  (Para que puedan entender un poco más la geografía del lugar, las ciudades siempre se situaron sobre la margen oriental del Nilo mientras que la occidental estaba reservada para los muertos).



Esa primera noche cenamos a orillas del Nilo.  Los restaurantes (de estilo muy casero y sencillo, atendidos por gente de la casa) forman terrazas que se trenzan en angostas escaleritas y descienden hacia el Nilo.  Una curiosidad: esa noche pedimos que nos trajeran más servilletas de papel y al rato se apareció el muchacho con un rollo de papel higiénico en la mano…

Aunque parezca increíble todo es así, desconocen la atención hotelera y de restaurantes.  Aparentemente como ellos no los usan, no imaginan lo que uno puede pretender, entonces tenés que estar diciéndoles cómo querés cada cosa: por ejemplo, en el desayuno te traen primero el pan con manteca y dulce, y cuando estás por terminar te traen el café (y recordarles que lo pediste con leche), si pedís entrada y plato principal es muy probable que te los traigan juntos así que avisá de antemano cuál de los dos querés comer primero, las servilletas te las traen por encargo, si querés que te cambien las toallas las tenés que tirar al suelo, en los baños no hay secador ni trapo de piso así que una vez que te bañás, salí con las patas de rana, cuando pasás por la recepción de hotel recordales que te lleven un papel higiénico a la habitación porque el rollo vacío puede quedar ahí petrificado… tenés que estar indicándoles a cada paso el servicio que querés y ellos con mucha amabilidad te lo brindan, tan pero tan amables que todo esto se transforma en una situación sumamente grata, es el colmo de los colmos pero en vez de enojarte, te reís.  ¿Una más pero del hotel de El Cairo?  Una tarde dos de mis compañeras se sentaron en el comedor del hotel y pidieron té con galletitas.  Al rato vuelve el muchacho y les dice que no hay galletitas, entonces ellas piden torta o algo para comer.  El muchacho va hasta la cocina y vuelve con la respuesta: “sólo hay pan”.  Las chicas piden entonces tostadas con té.  El muchacho les trae el té, lo toman, vuelven a tomar, esperan, se cansan y deciden de una vez retirarse a la habitación.  Al rato suena la puerta y cuando abren ¡sorpresa!... el muchacho con las tostadas en bandeja!!!



  
 Entre ambas orillas se ubica la Isla de Elefantina, un paraíso lleno de vegetación y aves.  La corniche está decorada con canteros llenos de plantas y flores y el canto de los pájaros en esa zona es ensordecedor.  Sobre el río se deslizan falucas, unas embarcaciones a vela con tracción a viento, que avanzan sobre el Nilo yendo de orilla a orilla en forma de “zeta”, todo un paraíso.-






 
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