jueves, 16 de octubre de 1997

ARGENTINA - ENTRE LA MONTAÑA Y EL MAR - CAP 2/5: una colonia muy especial

Punta Tombo, Argentina – jueves 16 de octubre de 1997


La excursión a la pingüinera de Punta Tombo es maravillosa pero no tanto por su fauna sino por su geografía.  Efectivamente una punta, una lengua de lava sólida serpentea adentrándose en el océano.  Sobre su superficie porosa, las acumulaciones de agua y tierra permitieron que una vegetación sumamente verde y brillante se esparza en forma de manchas contrastando con el fondo rojizo de la lava.  La punta es infinita y parece perderse a lo lejos entre el cielo y el océano.  Según nos contaron, en ese paisaje tan maravilloso, los aborígenes de la zona enterraban a sus muertos.  Es un paisaje prístino, vírgen, puro, uno puede trasladarse en el tiempo, hacia aquellas eras geológicas en las cuales las primeras formas de vida recién se formaban en el agua.  Incluso, mientras estaba sentada sobre una roca contemplando desde lo alto la vida social de los pingüinos en la playa, por los cielos apareció de frente un ave que tendría fácilmente un metro y medio de ancho de punta a punta de sus alas.  El ave venía simplemente planeando libre, dejándose llevar por el potente viento patagónico.  La imagen que me vino a la mente fue la de un Pterodáctilo, y aunque en realidad nunca supe de qué ave se trataba realmente, me gusta recordarlo como si lo fuera.


Hoy es la tierra del pingüino de Magallanes, un animalito simpático que se acerca como tambaleándose, mirándote primero con un ojo y luego con el otro.  Esta alternancia, según nos explicaron, es debido a que tiene los ojos muy separados y que por lo tanto necesita turnar alternadamente la visión de uno y otro para poder medir la distancia del objeto, o en este caso, la persona a la que se acercan.  Es lo que en física se llama paralaje.  Pero lo que sigue, no voy a contarlo yo, sino los propios pingüinos. 

Como en todas las sociedades, hay algunos vagos que disfrutan de la buena vida en la playa



 



Mientras que otros tienen que trabajar para poder sostener a sus familias, llevar alimento a sus hogares y colaborar con la construcción del nido






Obviamente también están los haraganes que se pasan la tarde durmiendo...




 




...mientras los más responsables se quedan al cuidado de sus crías








Pero como todas las historias, esta también tiene un final feliz… porque en medio de toda esta vida ajetreada, siempre hay un espacio para el amor.


La excursión, a su regreso, incluye una visita al Museo Paleontológico Edigio Feruglio de la ciudad de Trelew y luego una recorrida por la ciudad de Gaiman donde se hace una visita a las casas de té más famosas para cerrar una tarde arrulladora entre dulces y té galés. 



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