jueves, 7 de abril de 2011

PERU - CAP 5/15: Retratando a Lima – Parte III

Lima, Perú — jueves, 7 de abril de 2011

Hoy fui al museo que queda más alejado de la zona turística: el Museo del Oro.  Está emplazado en medio de una “eucaliptera”.  La paz del lugar es inmensa, tanto que sólo se escuchaba el sonido de las hojas sacudiéndose al viento.  Al igual que me sucedió en los anteriores museos, como llego apenas abren, los disfruto en solitario.

En realidad en el mismo predio coexisten dos museos: el Museo del Oro y el Museo de Armas.  Entré primero a este último e ingresé sola a una sala que fue la que más me impresionó de todas las que visité por su contenido: es una exposición de cientos de miles de cascos, cañones, monturas, espuelas, armaduras, medallas, dagas, puñales, espadas, rifles, escopetas, pistolas.  Sala tras sala, de piso a techo, todo abarrotado de armamento perteneciente a la época colonial, procedente de Europa y del Mundo Árabe.  Cada mango de puñal, cada culata de pistola, cada espuela, todas ellas decoradas, labradas, con piedras incrustadas, miles y miles de formas diferentes, de puntas diferentes, de tamaños diferentes, y detrás de cada una de ellas seguramente una historia, del artefacto, de su poseedor y de quienes murieron bajo su poder.  ¿A cuántas personas habrá matado cada daga?  ¿Quién la limpiaba, lustraba, cuidaba y guardaba celosamente?  ¿Cuántos cuerpos habrán penetrado cada una de esas puntas?  Pero lo que más me impresionó, lo que me hizo sentir incluso miedo, fue la sala donde habían maniquíes masculinos vistiendo trajes militares de época: granaderos, soldados, generales, sargentos.  Todos ellos vestidos de la cabeza a los pies con botas, pantalones, casacas, sombreros militares, capas, guantes, condecoraciones.   Tuve la sensación de que ellos en cualquier momento iban a salir caminando de sus vitrinas.  Yo estaba completamente sola y me resultó más tenebroso que los castillos de fantasmas del parque de diversiones cuando era chica (el Italpark).  La ropa tenía uso, tenía roturas, tenía manchas, tenía zurcidos y eso no la hacía real, ERA real.  También era real que era el Museo del Oro y yo estaba en una sala rodeada de hierro, bronce y plomo. 

El sector de las piezas de oro propiamente dichas, tanto pre como pos coloniales, me sorprendió por su ubicación: es un complejo de salas de museo instalado en algo similar a una bóveda bancaria, con puerta de caja fuerte, personal de seguridad custodiando entradas y salidas y con acceso subterráneo  Pero a esta altura, las piezas de oro no me sorprendieron porque era tal como yo esperaba que fueran, en cambio, no esperaba encontrar un museo de armas.  Es más, si uno hace un balance entre la cantidad de armamento y la cantidad de piezas de oro, gana por lejos el primero… es obvio entonces que ese fue todo el arsenal que utilizaron para robarse el oro del Perú y fundirlo en Europa.
Dado que la zona en que se encuentra este museo está alejada de los centros turísticos, pedí a un taxista que me llevara a otro museo que está en la zona turística más cercana, si bien no pensaba entrar, sólo lo hice para asegurarme un trayecto entre puntos conocidos, una entrega puerta a puerta.  Así fue que llegué a la puerta del Museo Pedro de Osma en el barrio de Barranco, pero mi curiosidad fue más fuerte… quería saber qué era lo que se escondía dentro de esa casona colonial de paredes blancas como la cal, así que averigüé el costo de la entrada (porque no lo tenía en mis planes) y como me resultaba accesibles, ingresé.  La tarjeta de estudiante universitario internacional ISIC, me permitió obtener descuentos de hasta el 50% en museos y alojamiento, es para tener en cuenta porque su costo de U$S16 se paga solo.  El único museo que no tiene descuentos para estudiantes es el Museo del Oro, pero bien vale la inversión en pos de cuidar tan valioso patrimonio.




La casona escondía dos casonas con arañas, vitrales y oleos.  No investigué mucho más, sólo disfruté de la estadía allí, en sus salones sumamente iluminados, en su jardín y en sus fachadas relucientes que reflejaban hasta enceguecer los rayos del sol.






Cuando salí de ahí me fui a conocer los puntos principales de Barranco: la plaza, la biblioteca, el Puente de los Suspiros y un mirador donde dos muchachos vinieron a tocarme una serenata cantada con guitarra y pandereta.  Barranco es el barrio más bonito de los conocí hasta ahora porque está lleno de casonas coloniales de todos colores, una al lado de la otra.  Es un lugar entre romántico y bohemio y es en el Puente de los Suspiros donde se juran amor eterno los enamorados, el mismo puente donde yo me dejé olvidada la guía con planos que había tomado prestada del hostel.  Para cuando me di cuenta, ya era imposible volver atrás.



La primera vez que recorrí la costa de Lima lo hice de norte a sur, de Magdalena del Mar hasta Larcomar, el shopping que se encuentra en la costa de Miraflores.  Esta vez decidí hacerlo en sentido inverso, de sur a norte, de Barranco hasta Larcomar.  Por suerte, de haber mirado tantas veces el mapa de Lima, pude seguir el camino sin la guía sin problemas.



Si bien el Malecón es paralelo a la costa, en un punto en Barranco se producen un desvío en forma de herradura por falta de puente, hasta un puente que está unos 500 metros alejado de la costa, con lo cual el desvío es poco práctico y agotador.  En realidad así son varias cosas en Lima, por ejemplo, no hay cruce peatonal en todas las esquinas sino que pueden transcurrir hasta cinco cuadras sin cruce peatonal… en fin…


 

Paréntesis: Estoy escribiendo este diario desde el aeropuerto esperando embarcar hacia Cuzco y cuando siento los anuncios de vuelos con partidas hacia Baires, temo que llegue el momento que anuncien mi partida.






 
Retomando: una vez en Larcomar, decidí tomar la Av. Larco que nace perpendicular al shopping.  A lo lejos, en el fondo de la misma, divisé una torre con un reloj y fui hacia él.  En la caminata descubrí otra casa de Lima; el centro comercial moderno lleno de negocios y de gente.  La torre pertenece a la Municipalidad de Miraflores donde gentilmente me dejaron entrar y tomar fotografías (ya me estoy volviendo una experta en esto de pedir conocer el interior de los edificios antiguos).  En el primer piso hay una sala circular con pinturas revistiendo sus paredes, una araña y un enorme florero.

Al lado de este edificio se encuentra la iglesia, creo que es la más bonita de todas las que vi.  No sé qué estilo es pero es color gris (acá todos los edificios coloniales y las iglesias tienen colores llamativos: rojo, naranja, amarillo, celeste).  Esta sin embargo tiene unas cúpulas hermosamente labradas pero el no tener pintura le da un aire de austeridad y la distingue del resto.  Hasta ahí llegó mi día.





REFLEXIONES
 

Payaya
Sigo reflexionando sobre las frutas con semillas.  Si bien los puestos callejeros están abarrotados de frutas y verduras multicolores ¿de qué sirve una fruta si es pura semilla?  Las semillas no pueden calmar el hambre, no creo que puedan nutrir, no creo que den energía.  ¿De qué sirve cosechar un papín amargo que solo puede consumirse si es como parte integrante de una preparación mayor?  A lo que voy es que tal vez el esfuerzo, la inversión, la variedad, no rindan paradójicamente sus frutos con frutos como esos.  Por algo las frutas básicas como la banana y la manzana son básicas.  Ahora me toca probar la lúcuma, es como una palta pero color naranja y sin semillas, solo un carozo como la palta.  Hasta ahora la probé en yogurt y en helado y parece rica… sabor a… sabor a… ¿kiwi?
Es época de elecciones presidenciales y he escuchado decir a uno de los candidatos que el peso estadístico de los distritos con dinero hace que queden solapados los distritos sin dinero, por lo tanto, esto no les permite pedir ayuda internacional para palear la pobreza.  Su propuesta para solucionar esto era armar un distrito independiente del resto de Lima con todos los sectores de bajos recursos y lo que el tipo debatía era cómo elegir el nombre de este distrito, decía proponer tres nombres e ir a votación por el nombre que más le gustara a la gente!!!  No es creo yo por ese lado donde se puede comenzar a buscar una solución, no se puede hacer un debate sobre la forma de elección del nombre ni convocar a la población a elegir un nombre.  Cosas como esta parecen moneda corriente en Lima.
Hace unos días hablaba con un taxista Aymara que me comentaba que si bien la educación en Perú es gratuita, para ingresar a la universidad y para rendir exámenes hay que pagar matrícula (entre $5000 y $1000) y derecho de examen, con lo cual, la gente de bajos recursos queda excluida del acceso a la educación.
Una italiana que se hospedaba en mi mismo hostel llegó de noche en taxi y el mismo taxista le robó el celular.  Como fue durante la noche nosotros nos enteramos al amanecer y cuando la chica quiso hacer la denuncia le dijeron que era en vano porque en Lima hay una ley que, por falta de cárceles, dice que los robos menores a $3000 no son robos y por lo tanto no son condenables.
Otra cosa curiosa que me sucedió en Lima fue ir a una despensa a comprar pan y queso y que me dijeran que primero tenía que pagar la cuenta.   Con esa modalidad se autolimitan las ventas porque justamente una de las mejores formas de vender es tentar al cliente, que el cliente vea y quiera, pero de esta manera, por mucho que uno vea y quiera, ya pagó y puede llevar sólo lo que está en la cuenta.  Incluso, el señor que cobraba, estaba escondido en una garita de cajero, desde donde me indicaba “tengo queso tal, queso tal y queso tal”… pero el queso no estaba ahí, delante de mis ojos sino en el mostrador de ventas.
Otra cosa que también me sucedió fue que mi habitación la limpiara y acomodara un muchacho.  Al principio me chocó que un muchacho se metiera a hacer la cama de una mujer soltera, incluso me intimidó tanto que no colgué mi ropa interior.  Sin embargo, con el correr de los días, me importó poco y nada y comencé a dejar mi ropa lavada a secar en una silla cerca de la ventana.  Pero este muchacho no sólo me cerraba la ventana, sino que un día dejó apoyada una frazada sobre las sillas… y sobre mi ropa húmeda.
Entonces, habiendo visto y vivido todo esto, comenzar por una educación libre y gratuita a la que tenga acceso toda la población y eliminar la ley de protección de ladrones sería mejor que debatir una votación sobre un nombre de un distrito.  Lamentablemente un población mal nutrida y sin acceso a una educación profesional, es presa fácil de cualquier maniobra política.
Me pasa a mí misma, que sólo puedo tomar fotografías en zonas donde hay vigilancia policial, las zonas 100% turísticas, cuando me aparto un poco de ellas, ya no puedo tener la cámara en mano, por lo tanto, mi visión de Lima es totalmente parcial y se reduce a las zonas con mayor lujo, seguridad y cuidado, las calles comunes, las casas comunes, no puedo retratarlas.
Magdalena del Mar durante la noche es la mismísima boca del lobo.  No hay negocios, no hay peatonal, no hay costa.  Por eso mi movimiento en ese distrito fue completamente diurno: de 7 a 19 hs, sólo me sirva para dormir, al amanecer llenaba mi mochila de provisiones y me iba fuera de Magdalena todo el día hasta que la caída del sol me marcaba la hora de volver.
Pero en mi regreso a Lima tengo pensado instalarme en Miraflores, a pocas cuadras del Faro de la Marina… y esa será una nueva historia.-
***
DATOS
§  Museo del Oro y Museo de Armas  http://www.museoroperu.com.pe/
§  Museo Pedro de Osma http://www.museopedrodeosma.org/
§  Tarjeta de descuentos para estudiantes y profesores.  Podes consultar los descuentos por país y por ciudad http://www.isic.org/