sábado, 17 de enero de 2009

BOLIVIA - EN BUSCA DEL MACHU - CAP 1/4: Lamento Boliviano

Un viaje que había sido postergado dos veces en mi vida: en el 2005 me quedé sin trabajo, en el 2007 me rompí una rodilla. Dicen que la tercera es la vencida... y lo fue!!! 

Villazón, Bolivia — sábado, 17 de enero de 2009

El viaje desde Buenos Aires fue largo e incómodo pero tranquilo en cuanto a la velocidad.  Los choferes ponían cumbia a todo volumen todo el tiempo y eso era lo más insoportable.  Los asientos eran muy chicos y viajamos todos apiñados y retorcidos como muertos dentro de una urna de barro.


Hoy llegamos a Villazón, la ciudad fronteriza del lado de Bolivia que linda con La Quiaca.  Una gran feria de baratijas con gente por todas partes y de todas partes.  Pasamos los controles de migración de los dos países a pie, dado qeu el micro debía cruzar la frontera vacío, pero nos equivocamos con las órdenes (dentro del desorden) y volvimos a entrar a Argentina (saliendo de Bolivia), con lo que volvimos a entrar a Bolivia por segunda vez en una misma hora. De un lado de la calle "se entra", pero si cruzás, "se sale"...

-¿Ustedes para donde van?
- A Bolivia pero el micro está del lado argentino
- Tienen que pasar por migraciones
-¿De qué lado??????????


Resuelto el tema de "pérdidas en la frontera", llegamos a la estación de tren pero sin suerte: no había pasajes hasta el lunes o miércoles!!!  Así que salimos a buscar un micro.  La terminal es un sucucho lleno de gente que ofrece pasajes a los gritos, lleno de carteles y de colores.  Finalmente conseguimos micro a La Paz pero el viaje era por camino de ripio, de cornisa, de noche y en un micro sin baño (y eso que reservamos el mejor) pero como la estación de micros era un hormiguero de gente en un monoambiente + puesteros + mochileros por el piso, y considerando que era el cumpleaños de una de nosotras, decidimos hacer rancho en la estación de tren que era mucho más tranquila (y tenía un baño público respetable).  


La Paz
Turnándonos entre las tres para cuidar las mochilas, logramos hacer pequeñas siestas, caminar un poco para estirar las piernas y salir afuera a tomar un poco de aire ya que el techo de la estación, siendo de chapa acanalada de policarbonato, concentraba todo el calor calcinante del sol y hacía ebullir el aire.  La falta de oxígeno, el calor y la baja presión, hacían las veces de somnífero.  El mediodía nos sentamos en medio de la acera, debajo de la tímida sombra del único protoarbolito que había en la cuadra y almorzamos unas latas de atún como para recuperar un poco de sal.  

Así pasamos la tarde en la estación hasta que se largó una lluvia torrencial con granizo.  Ya nos habían advertido que el camino era peligroso, así que en una sabia decisión, compramos otro pasaje de micro, para viajar al otro día, a plena luz del día.  Pero el trámite no fue nada fácil porque salir nuevamente de la estación de trenes hacia la estación de micros implicaba no sólo cruzar de norte a sur toda la ciudad, no sólo exponerse a la tormenta sino que además, la cantidad de agua que estaba cayendo en ese momento era mucho mayor a la capacidad de desagote de la ciudad, por lo que de pronto empezaron a desbordar los pozos ciego y uno caminaba con los pies literalmente entre soretes.

Por suerte conseguimos una habitación con tres camitas justo frente a la estación de tren, sólo quedaba cruzar la calle para poder bañarnos y dormir en forma horizontal, sin embargo era el paso más difícil: había que cruzar el alud urbano de soretes y de lodo.


Villazón, Bolivia — lunes, 19 de enero de 2009
1:34 hora Argentina
23:34 hora Boliviana
Escribiendo desde un micro rumbo a La Paz.
 
Ayer dos tucumanos, dos flacos tucumanos, nos habían advertido del peligro del camino que íbamos a tomar y nos aconsejaron que no hiciéramos el trayecto Villazón-La Paz en micro porque era peligroso y no había baños.  Nuestra idea era tomar el tren, pero después de acampar todo el día en la estación de tren de Villazón, no conseguimos ningún pasaje.  Siendo una ciudad fronteriza, en la estación ferroviaria no aceptan pesos argentinos, no aceptan reales, no aceptan dólares, no aceptan tarjeta de crédito, sólo moneda nacional.  No tuvimos otra opción que reservar un micro para las 6 de la tarde... el trayecto era en su mayoría nocturno y llegaba a La Paz al otro día por la mañana.  De pronto lluvia torrencial y granizo.  La idea fue refutada luego de un breve razonamiento: ripio+cornisa+lluvia+noche... la combinación era suicida, así que cambiamos el pasaje para el día siguiente, saliendo por la mañana y por ende, haciendo la mayor parte del trayecto a la luz del día.
 
Elegimos la mejor compañía de micro, pero así y todo, es precaria, no tiene baño sino que hay que bajar a "desaguar" en las paradas.  Me acordé de los tucumanos todo el viaje.  Efectivamente era un camino de cornisa, sinuoso, de altura, de ripio, sin señalización y con algo extra que a partir de cierto momento empezó a ir suelto debajo del micro... un rulemán? el eje? el caño de escape?????
 
Sinceramente escribo porque no puedo pegar un ojo.  Salimos de Villazón el domingo a las 10 de la mañana pero se hizo de noche y acá estamos, viajando con el traste en la mano... Por suerte la mayor parte del camino fue a la luz del día.  Pero ahora no hay luna.  Hasta hace un rato tampoco había luz de lectura.  La oscuridad era total.  Por suerte no veo el camino pero lo siento y lo recuerdo de los tramos con luz.  Los vidrios están mojados. 
 
No hay nada ni nadie ni nada para ver, ni nada para hacer, nada de nada, solo oscuridad, el ripio y la lluvia que pega en el techo, las curvas, las subidas, las bajadas, las luces del micro... Encima el sol cayo temprano... estamos así desde las 8 de la noche... llegamos a un punto de hartazgo tan crítico que nos dimos cuenta que trajimos 20 millones de boludeces pero ni medio Rivotril!!!!!  está como para tomarse uno entero... o medio frasco.
 
Con este viaje de hoy atravesamos Bolivia de sur a norte por una ruta nacional.  La pobreza es extrema y total.  El paisaje es árido.  Las construcciones son de adobe con más y más adobe pero sin pintura... con lo cual el paisaje es color tierra y se mezcla con la tierra y una vegetación arbustiva y desteñida.  No hay plantaciones.  No hay cercas ni alambrados porque tampoco hay animales para contener.  Junto a cada casa hay una especie de corral con paredes de adobe pero están todos vacíos. 
 
El camino del micro se aleja hacia el este de nuestra ruta marcada (la original del tren) y nos hizo pasar obligatoriamente por Potosí.  Yo tenía muchas ganas de conocer Potosí pero las ganas se me fueron enseguida.
 
El camino es sanitariamente riesgoso porque no hay cloacas y la ruta, 95% ripio, 5% asfalto (en varios tramos hay máquinas trabajando en una millonaria pavimentación) es sumamente peligrosa, no tiene luz ni señalización alguna, salvo unas pequeñas piedras blancas con algo escrito en rojo. 
 
En una de las paradas -hace unos instantes- dimos con un bar cuyos inodoros masculinos estaban empotrados en la pared de un patio al aire libre... bajo la lluvia... a la vista de todos!!! no podíamos parar de reírnos... en medio de la noche, bajo la lluvia, tomándonos una foto al lado de los inodoros!!!!
 
Sigue lloviendo, ahora más fuerte.  Recién nos advirtieron que en La Paz nos puede faltar oxígeno.  Voy a preparar suero casero.  Estas son las horas más largas de mi vida.-


Las afueras de La Paz

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